Sin
tacto
Por
Sergio González Levet
De
vacaciones
Decía Jorge Luis Borges que la vida está
hecha de momentos, y recomendaba: “No te pierdas el de ahora”. Y el de ahora,
precisamente es el de la vacación, que cumple una función sumamente importante
en la vida del ser productivo. Conste: “el productivo”.
Define el diccionario de la Real Academia
Española:
“1. f. Descanso temporal de una actividad
habitual, principalmente del trabajo remunerado o de los estudios. U. m. en
pl.”
(El “1” significa que hay otras definiciones
para el término, que no importan para lo que nos conviene aquí; “f”, que es
femenino; y “U. m. en pl.”: ¡Úsase mucho en plural!, es decir: “vacaciones”. Qué
horror con la Academia y sus iniciales).
Aunque también se puede dar uno vacaciones de
la vida, de la esposa, del futbol, de los papás, de los hijos… hasta de la
política. Lo importante es saber cuándo detenerse en el tráfago de la actividad
cotidiana, ésa que nos hace pensar que somos inmortales, o cuando menos muy
poderosos, y que nuestro cuerpo y nuestra mente aguantan todo lo que le echemos
encima de carga laboral, de estrés, de esfuerzo adicional.
Descansar es tan importante como cualquier
otra función corporal: comer y beber… por ejemplo, o exactamente lo contrario.
Decía el Poeta del Crucero que no se descansa por dos razones: porque se tiene
mucho que hacer o porque no se tiene otra cosa que hacer, y por eso va uno a la
oficina. Hay mucha gente en esa tesitura, créanme.
Trabaja también sin descanso el ocioso, el
que no tiene nada que hacer en ninguna parte, el que se junta a los que sí
hacen algo, pero solamente para dar su opinión, para criticar, para exigir que
las cosas se hagan bien. Un paradigma de estos últimos es ni más ni menos que
Cuauhtémoc Cárdenas, que nunca ha querido terminar en un puesto de elección o
partidista porque tendría que ponerse que hacer cosas (y entonces el criticado
sería él).
En esa tesitura ya anda también Andrés
Manuel, pero hay que reconocer que no trabaja, hay que ser justos, porque nunca
lo han dejado llegar al puesto ansiado.
Yo esta vez mandaré durante una semana a
vacacionar esta columna (que será una vacación también para los respetados y a
veces sufridos lectores), porque considero que tengo de qué o por qué
descansar. Digo, hacerlo por cinco días, por ejemplo, para un periodista es un
chorronal, porque en este oficio -aunque haya algunos que piensan que no
hacemos nada- se tiene mucho de qué descansar: de los políticos de todos
colores, de las campañas, de los opinadores profesionales, de los ignorantes
que piensan que la comunicación se resuelve con ocurrencias….
Sé de otros que se quedaron en sus oficinas
por gusto o necesidad, que siguen haciendo guardias, que esperan una llamada
del jefe que nunca llega…
Allá los que descansaron de nada, y allá los
que trabajaron sin descanso.
Que les aproveche a todos, y nos vemos el
lunes de Pascua.
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