Sin
tacto
Por
Sergio González Levet
Secretarias:
un día sin mentir
Mi compadre Miguel Molina propuso hace muchos
años en un artículo que hubiera un día
dedicado a que las secretarias de los funcionarios públicos no dijeran ninguna
mentira.
Se podría haber llamado así: Día sin Mentir
para las Secretarias, y a partir del nombre se hubiera construido el acrónimo:
Di-mensa.
La idea es que durante toda esa jornada
dijeran la verdad, sólo la verdad y nada más que la verdad, tanto las
secretarias de los poderosos secretarios, como las de los gananciosos
subsecretarios, de los flamantes directores generales y hasta de los más
discretos directores de área y los proclives jefes de departamento.
La utópica propuesta es muy atractiva, y
hasta podría tener alguna consecuencia virtuosa, porque en una de ésas alguna
secretaria o su jefe podrían darse cuenta de que en asuntos de la agenda diaria
lo mejor es no mentir y hablar con la neta a los solicitantes de toda laya que
llegan a las oficinas públicas con un pedido, una súplica, un ruego o una
exigencia, y que las más de las veces salen enojados o desilusionados ante la
falta de respuestas efectivas que se padece en esos lugares de dios, que muchas
veces parecen más del demonio.
Se vale soñar, así que imagine la productiva
lectora, vislumbre el denodado lector que llegan a una sala de espera
cualquiera de las que hay en el reino impenetrable de la burocracia, y la
secretaria, después de tomar nota amablemente de su asunto y hacer algunas
discretas llamadas, le dice como respuesta:
—Mire, me dice mi jefe que le diga que él no
está, aunque en realidad está platicando aquí en su privado con un compadre que
lo vino a visitar de su tierra. Yo tendría que informarle a usted que el señor
está en una reunión importante con el señor Gobernador, y por eso no lo puede
recibir. También me dijo que le pidiera su teléfono y le comunicara que
nosotros le llamaremos a la primera oportunidad, aunque eso nunca va a suceder,
porque nunca hemos buscado a nadie que nos dejara su número.
Como muchos de los asuntos con el Gobierno
son de cobranza, podríamos imaginar la respuesta de la secretaria ante la
visita número mil en solicitud de información sobre el estado de alguna factura
en trámite:
—Si no fuera hoy el Di-mensa, yo le hubiera
dicho que había hablado con mi jefe y que él me había instruido que su asunto
iba caminando, que lo tenía muy presente y estaba personalmente al cuidado de
que pronto saliera su pago. También le hubiera pedido que me dejara una copia
de sus documentos para darle seguimiento a su caso. Pero como hoy puedo decir
la verdad, le confieso que aún no hemos
empezado el trámite de su factura, y que si bien le va, empezará a ser tomada
en cuenta en unos dos meses, durante los cuales yo le iré soltando toda la cadena de pretextos
que hemos inventado para fortalecer su paciencia. Así que mejor regrese en tres
meses, y ya le diré si le pensamos pagar algún día...
Ah, qué bonitos sueños.
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