UV y los honoris causa. #Sintacto. La columna de Sergio González Levet. @sglevet




Sin tacto

Por Sergio González Levet

UV y los honoris causa

Fue una verdadera reacción en contra la que manifestaron estudiantes de comunicación, periodistas y gentes de a pie ante la petición de la junta académica de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de que la Universidad Veracruzana le otorgara un doctorado honoris causa a Jacobo Zabludovsky, quien actualmente conduce a mediodía un muy escuchado noticiero radiofónico para el grupo Radio Centro del Distrito Federal, que se retransmite en cerca de 50 emisoras del país.

Tal reacción se debió a que muchos recuerdan los años en que Jacobo dirigió y condujo el noticiero estelar de Televisa, en los que, por decirlo de manera amable, hizo algunos vericuetos con las noticias para agradar ciertos intereses del régimen en turno.

El anuncio del probable doctorado sirvió para que muchos recordaran que el periodista nacido en La Merced y de ascendencia judía ocultó la información de la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, que no se olvida, y que esa noche nefasta empezó su noticiero diciendo: “Hoy fue un día soleado…”

También otros le sacaron sus trapitos sucios al sol cuando rememoraron que en el asunto del golpe a Excélsior y al grupo que comandaba Julio Scherer, la poderosa televisora y el propio Zabludovsky se pusieron de parte del entonces presidente Luis Echeverría y trataron de justificar este ataque contra la libertad de expresión.

Jacobo ha sido un gran periodista, no se duda, pero su ética profesional tuvo varios traspiés empujada por los poderosos intereses que él representaba, y de los que era la imagen institucional. Su jefe por años, el Tigre Azcárraga Milmo, confesó alguna vez -en un arrebato de sinceridad- que él se consideraba un soldado del presidente en turno, y Jacobo era sin duda su auxiliar más solícito en esta tarea autoadjudicada.

Reportero de oficio, excelente entrevistador, dueño de una prosa cumplida y austera, Jacobo ha cumplido con creces en el ejercicio profesional de la comunicación, con textos irreprochables en su sintaxis y su prosodia, pero no se pueden olvidar sus devaneos con el poder, aunque a su salida de Televisa se convirtió en un periodista mucho más crítico y objetivo.
Ante la airada respuesta de la comunidad universitaria y de muchos reporteros veracruzanos y del país, la autoridad universitaria decidió desechar la propuesta que hicieron los miembros de la Junta Académica, y el asunto quedó debidamente archivado.

No faltaron quienes pidieron que en lugar de a Jacobo, se le entregara un doctorado a Carmen Aristegui, como si hubiera la necesidad perentoria de que la casa de estudios otorgara en esos momentos un reconocimiento a algún periodista.

Queda en el aire la cuestión de por qué en los últimos años les ha dado en la UV por otorgar doctorados honoris causa a diestra y a siniestra, al grado que han perdido su sentido de reconocimiento plus ultra.

En mis tiempos mozos en la UV nunca se dio un doctorado a nadie, y conste que tuvimos visitas importantes como Juan Carlos Onetti, García Márquez, Cortázar y Carlos Fuentes.
La lista de los últimos años es larga y extensa, y hay en ella aciertos y exageraciones. ¿Por qué no darle un descanso a los homenajes?, me pregunto.

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