HORA
LIBRE
Álvaro Belin Andrade
Quiebra
financiera: sospechosismo explicable
Si todo estuvo bien, ¿por qué estamos tan
mal? Esa pregunta vuela, brinca, se detiene en la cabeza de miles de
veracruzanos, se vuelve duda y sospecha comprensible.
El gobernador Javier Duarte de Ochoa dijo
categórico este lunes que el escándalo sobre malos manejos de los recursos
federales por parte de su gobierno en los últimos cuatro o cinco años ha sido generado
por una mera distracción (ingenua o mal intencionada) de 14 funcionarios que no
informaron a tiempo sobre el uso de dichos dineros.
Las preguntas, por supuesto, se disparan:
Por qué él (y no Juan Manuel Portal, Auditor
Superior de la Federación) tuvo que salir a destiempo –según él dijo, para no
hacerlo en plena efervescencia electoral– a precisar que la instancia
fiscalizadora nunca solicitó a la Procuraduría General de la República emitiera
órdenes de aprehensión contra funcionarios estatales por peculado o desvío de
recursos.
Por qué tuvo conocimiento tan tardíamente
de que 14 funcionarios de su gobierno estaban omitiendo la presentación de
información sobre el uso (correcto, según él) de los recursos enviados por la
Federación para dos programas en particular, el Seguro Popular y el Fondo de
Aportaciones para la Educación Básica (FAEB), cuando la Auditoria Superior de
la Federación (ASF) tiene meses señalando indicios para presumir un posible
quebranto financiero en su gobierno,
mucho antes de que se iniciara la veda electoral.
Por qué se ha reiterado, tanto en el
Senado como en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, sobre graves
desvíos de recursos federales en el gobierno veracruzano, que habían obligado a
la ASF a presentar denuncias por peculado contra una veintena de funcionarios
con nombres y apellidos, y hasta el propio Auditor Superior declaró que se
habían detectado maniobras sospechosas de reintegro de recursos millonarios a
las cuentas oficiales de programas federales etiquetados, solo para comprobar
que las cosas estaban bien, para luego ser sustraídas y enviadas a cuentas
desconocidas.
Cuál es la causa por la que, pese a que
se han aplicado correctamente los recursos federales etiquetados, según lo ha
señalado Javier Duarte, no se ve por ningún sitio obras que debieron ser
realizadas, incluso por programas de emergencia como el de Fonden, ni se han
entregado completos los recursos a organismos como la Universidad Veracruzana o
el Instituto de Pensiones del Estado, ni se entregan a tiempo salarios,
prestaciones ni pensiones.
Pareciera que lo único que preocupa al
gobierno veracruzano es no salir raspado con la aprehensión de funcionarios
acusados de peculado, pues ello no solo mancharía la imagen de las personas
involucradas sino a todo el aparato estatal, del que hay constantes denuncias
por prácticas corruptas, nepotismo, desvío de recursos, utilización del erario
para el financiamiento de campañas electorales y el amasamiento de groseras
fortunas personales.
Todo
está en santa paz
Para Javier Duarte de Ochoa, han sido
negligencia, omisiones e irresponsabilidad de 14 servidores públicos, la que ha
lesionado la imagen del Gobierno del Estado ante las instancias fiscalizadoras
federales y la opinión pública, simplemente porque no entregaron la información
sobre la manera en que se aplicaron los recursos.
Debieron pasar muchos meses (años,
incluso) para que se diera cuenta del origen de sus problemas con la ASF:
funcionarios omisos y negligentes que incurrieron en fallas para declarar lo
que se había hecho con los fondos federales. Por fortuna nombró en la
Contraloría General a Ricardo García Guzmán, quien fue el que le reportó con
veracidad “una problemática relacionada con esos fondos”, porque si no, todavía
seguiría creyéndole a Mauricio Audirac, exsecretario de Finanzas y Planeación,
y a estas alturas estaría en graves aprietos.
Además de no ser una explicación del todo
convincente, abona a la idea generalizada de que ha improvisado en puestos
claves a funcionarios indeficientes y corruptos, en muchos casos, impuestos
según la conseja popular por el mismísimo Fidel Herrera Beltrán.
Lo grave es que, en medio de las
dificultades financieras de su gobierno, ha debido crear una dirección general
“dedicada exclusivamente a la atención de los fondos federales”, que todo mundo
entiende que vigilará tanto a dependencias como a la propia Contraloría. Y todo
ello, mientras nuestros diputados locales y su organismo fiscalizador, Orfis,
se dedicaban solo a negar que hubiera problemas con el manejo de los recursos
federales.
Todo está bien, pero por qué estamos tan
mal.
Ningún
delito, solo fallas administrativas
En la hipótesis manejada por Javier
Duarte, no hay delito que perseguir. Si los involucrados por la PGR y la
Fiscalía General del Estado solo incurrieron en faltas administrativas, en
omisiones y negligencias a la hora de informar, no se les puede perseguir por
delitos de funcionarios públicos.
Aunque hayan saqueado las arcas públicas,
aunque al aplicar la famosa licuadora (o cuenta concentradora) se hubieran
hecho de recursos federales para sus fortunas personales, las únicas acciones
punitivas pueden ser desde apercibimientos hasta la inhabilitación temporal (10
años máximo) para desempeñar cargos o comisiones públicas, pero no se les puede
condenar al encarcelamiento ni al regreso de los recursos mal habidos.
Y eso es lo que ha informado el titular
de la Contraloría General del Estado (CGE), Ricardo García Guzmán: después de
una revisión de los archivos y la documentación de las dependencias ejecutoras
del gasto público, se encontraron suficientes motivos para iniciar una
investigación del actuar de algunos servidores públicos.
Quiénes están señalados:
El excontralor general Mauricio Audirac
Murillo (anterior titular de la Sefiplan: la Iglesia en manos de Lutero); el
subsecretario de Egresos de la Secretaría de Finanzas y Planeación (Sefiplan),
Carlos Aguirre Morales; el exprocurador Fiscal Juan Manuel Corral Verdugo, el
excontralor de los Servicios de Salud de Veracruz (Sesver) Adrián Bueno Bello
(pariente del director del IVAI), y el subdirector de Contabilidad y Control
Presupuestal de la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV), Roberto Pérez
Ramos.
Además, por la Contraloría General del
Estado: el exdirector de Control, Evaluación y Auditoría, Ricardo Calles Cruz,
y el exdirector de Control y Evaluación, Jesús Guillermo Villegas Ríos; la
exdirectora de Auditoria Gubernamental de la Contraloría General, Mariely
Méndez Castillo, y la exdirectora de Control, Evaluación y Auditoria, Rosalba
Aguilar Alonso.
Por último, los excontralores internos de
Sefiplan, Johnson Margarito Méndez Ortiz y Óscar Javier Cárdenas Rodríguez; y
los excontralores internos de la SEV, Eduardo Cárdenas Ruiz, Edmundo Sosa López
y César Agustín Blancas Cubas.
Y tan tan, borrón y cuenta nueva. Todo
volverá a la normalidad.
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