HORA
LIBRE
Álvaro Belin Andrade
Prensa
inquisitorial: los nuevos soplones
Y mientras en el OPLE
se otorga constancia de mayoría a Miguel Ángel Yunes Linares como Gobernador
electo y el PRI anuncia que recurrirá ante el Tribunal Electoral para echar
atrás los resultados, en los medios de comunicación cunde rápidamente el ánimo
inquisitorial, un afán siniestro por elaborar listas con aquellos a quienes el
próximo gobierno debe llevar a la guillotina o repatriar a un imaginario
Archipiélago Gulag.
La prensa, en efecto,
vive tiempos efervescentes. Ante sus ojos aparecen circunstancias novedosas
para cuyo análisis ya no alcanzan las simples herramientas que eran suficientes
para hablar del priismo (fuego amigo, apoyos, traiciones, hipocresías
alucinantes, acuerdos bajo la mesa, protecciones escalofriantes, colusiones y
espinosos apapachos), y que hubieran estado perfectas si el ganador hubiera
sido Héctor Yunes Landa.
Las cosas pueden
cambiar tan radicalmente en la
conformación del gabinete y los equipos de gobierno (hasta la más
humilde jefatura de departamento), que no somos capaces de calibrar el
terremoto que cimbrará la estructura de gobierno; tampoco, de dónde sacará
Yunes Linares a todos los colaboradores con los que sustituirá a quienes,
habiendo lucrado con los puestos administrativos, despedirá de manera
fulminante en los primeros días de su breve estancia en Palacio de Gobierno.
Un sector de los
columnistas que hace tiempo anda tras su urgente reconocimiento, que se anuncia
como el sector crítico e inmaculado de la prensa veracruzana y que ha tramitado
la adquisición de premios de periodismo como credenciales insustituibles para
ser tomados en cuenta entre los políticos y los lectores, empiezan a enarbolar
la bandera de la santa inquisición.
Aunque durante la
campaña jugaron con todos los equipos partidistas, de los que recibieron
pingües recursos, hoy se manifiestan casi como legendarios seguidores de Yunes
Linares y, a través de su prosa maltrecha y caótica, piden castigos a diestra y
siniestra, no solo sobre políticos de altos y bajos cargos sino también sobre
periodistas y medios de comunicación, como suponiendo que el próximo gobernador
implantará una política altamente represiva y de venganza delirante contra
quienes se identifican con el priismo y el gobierno duartista, así como de nulo
respeto a la libertad de expresión y una continuación del estado de indefensión
que los periodistas hemos vivido particularmente en el sexenio de Javier Duarte
de Ochoa.
Como en la asunción
del régimen bolchevique en la Unión Soviética, estos periodistas claman ser los
colaboradores de las fuerzas de inteligencia y de seguridad del nuevo gobierno,
por convertirse gozosamente en los nuevos soplones y desplazar no solo a los
periodistas vergonzantes sino también a las mejores plumas, porque piensan
peregrinamente que con ello lograrán tener un reconocimiento que les ha negado su
torpe imaginación y su pésima escritura.
Con el próximo cambio
de gobierno, la prensa veracruzana, en efecto, tendrá su propio tsunami. Varios
medios de comunicación impresos que, por vivir exclusivamente de adular al
régimen y torpedear a sus enemigos, perdieron a sus lectores, tendrán que
empezar de nuevo o apagar sus prensas. Ante la escasez de recursos, como
política pública el nuevo gobierno podrá decidir publicitarse en los medios más
leídos, con un mayor número de lectores y mayor influencia política, lo que
arruinará seguramente a cientos de medios (impresos o electrónicos) que en
realidad no están haciendo periodismo sino un burdo negocio que, para colmo, no
tiene ningún impacto social.
Algunos empresarios de
medios podrían, incluso, enfrentar en tribunales juicios por la publicación de
injurias y difamaciones, ordenadas por quienes están en el poder. Unos cuantos
colegas preferirán ir a otros escenarios para ejercer su profesión, ante el
temor de que el próximo gobierno les incaute su libertad de expresión. Todo
ello ha pasado por la mente de más de uno pero la verdad es que puede ser
producto de una percepción equivocada.
Si algo bueno podría
hacer Miguel Ángel Yunes Linares como Gobernador sería romper con el maleficio
de Veracruz sobre sus comunicadores, la afrenta que significa para la libertad
de expresión la desprotección de los periodistas y la impunidad para quienes han
quitado la vida a más de 16 comunicadores, dignificar la relación del gobierno
con la prensa, y no hacer caso a delirantes llamados de ciertos periodistas que
solo buscan convertirse en los nuevos soplones.
El
PRI se mantendría en el poder en 2018
Los resultados
electorales del domingo 5 de junio en 12 estados del país que eligieron un
nuevo Gobernador muestran un poderoso deseo de alternancia que permitió el
cambio de partido en el gobierno de ocho entidades, entre ellos, Veracruz,
donde el PAN (en alianza con el PRD) logró el triunfo con Miguel Ángel Yunes
Linares. Estos vientos de cambios, sin embargo, mantienen al PRI en posición de
mantener el poder en el gobierno federal en los comicios de 2018.
No son apreciaciones
de índole cualitativa sino basadas en datos numéricos duros, las que permiten
observar que, al menos con poco más de 30 por ciento de los votos, el PRI
ganaría las elecciones presidenciales que vienen. En efecto, las derrotas
priistas en los estados de Veracruz, Durango, Tamaulipas y Quintana Roo, donde
nunca ha gobernado un partido distinto al PRI, sumadas a las sufridas en
Chihuahua y Aguascalientes, hicieron que el PRI, a partir de diciembre, solo
gobierne en territorios en que viven 55 millones de personas, 13 millones menos
que antes de los comicios.
El escritor y
periodista Jorge Zepeda Patterson, en el portal Sin Embargo, señala:
“Parecería una debacle
para el partido en el poder y un claro signo de que está en camino de perder la
elección presidencial en 2018. A juzgar
por la reacción del PAN, cualquiera diría que si los mexicanos votaran hoy
mañana mismo el blanquiazul regresaba a Los Pinos. No es así. Una lectura más
fina de los datos del domingo revela que Terminator está tan vivo como
siempre”.
Para fundamentar su
hipótesis, Zepeda señala que la suma de todos los votos de la reciente jornada
electoral (11.5 millones). Si México, añade, “sólo consistiera en las doce
entidades en las que hubo elección de gobernador, la votación nacional habría
quedado de la siguiente manera: PRI 32 por ciento con 3.6 millones; PAN 29 por
ciento con 3.3 millones; Morena 20 por ciento con 2.3 millones y PRD 14 por
ciento con 1.6 millones”.
Agrega una
circunstancia común en tres de las entidades en que el PAN logró la
alternancia: tanto en Veracruz como en Durango y Quintana Roo, la falta de peso
del PAN y el PRD “les obligó a ir por candidatos desairados por el PRI”.
Un factor, sin
embargo, permitiría que la oposición le arrebate Los Pinos al PRI: las
alianzas. Según el analista, “el PRI ganaría la presidencia con apenas un
tercio de los votos. Pero eso significa que dos tercios estarían votando por
otro partido. Cualquier alianza entre ellos haría trizas al tricolor. Esa es la
verdadera pesadilla para Peña Nieto y los suyos”.
Para él, el tema
anecdótico es que la izquierda sería capaz de ganarle al PAN y al PRI siempre
que fuera unida. En la hipotética elección presidencial del 5 de junio la
izquierda habría ganado si Morena y PRD no estuvieran separados. “Sumados
obtuvieron 34 por ciento de la votación; dos puntos más que el PRI y cinco más
que el PAN. En caso de llegar unidos al 2018 potencialmente serían la fuerza a
vencer”.
Esto por supuesto es
casi imposible, dada la absoluta renuencia de Andrés Manuel López Obrador a
cualquier alianza con sus excorreligionarios.
Comentarios: belin.alvaro@gmail.com | www.alvarobelin.com | Twitter:
@AlvaroBelinA