HORA
LIBRE
Álvaro
Belin Andrade
Peña
Nieto abandonó a Veracruz y puede perderlo
De
los 266 compromisos suscritos por Enrique Peña Nieto ante notario
público durante su campaña, con Veracruz solo firmó 16, apenas el
6 por ciento, y solo uno ha cumplido engañosamente, el Libramiento
de Coatepec, dejando en el limbo o en la parte de elaboración de
proyectos prácticamente a todos los que se refieren a
infraestructura.
Y
digo que el compromiso 221 lo cumplió engañosamente porque la parte
principal del proyecto se realizó en el sexenio de Felipe Calderón
y, como no lo hizo en la extensión necesaria para unir con Teocelo y
Xico, no libra al Pueblo Mágico del tráfico pesado ni es utilizado
para evitar las estrechas avenidas de la ciudad cafetalera.
Está
por demás decir que ha dejado a los veracruzanos a merced de un
gobierno estatal predador, al que pudo contener durante los primeros
tres años de su gobierno para evitar una situación financiera
insostenible que dejará huellas profundas en el desarrollo futuro de
la entidad.
El
único mensaje dado fue la iniciativa de ley de disciplina financiera
para estados y municipios, apenas aprobado por el Congreso de la
Unión, pero que no tuvo efectos en el enorme endeudamiento del
gobierno veracruzano: el daño ya estaba hecho.
Si
al menos hubiera tenido voluntad de cumplir con sus compromisos más
ambiciosos, habríamos experimentado algún atisbo de esperanza. Pero
luego de espectaculares anuncios al inicio de su gestión, Peña
Nieto y su secretario de Hacienda han debido echar atrás en la
inversión federal, dejando solo la construcción del nuevo
aeropuerto de la Ciudad de México.
Y
es que de su brevísimo rosario de compromisos con Veracruz habría
que hacer a un lado algunos que, o solo son de carácter político o
simplemente constituyen la continuidad de programas sociales que hoy
no podemos evaluar si los cumplió o no, o si los recursos que pudo
destinar a ellos se perdieron en las bolsas sin fondo del gobierno
duartista.
Ejemplos
de promesas vacuas o fallidas son los compromisos 13, “La Policía
Naval seguirá velando por la seguridad de los habitantes de Veracruz
[y se refiere al Puerto] el tiempo que sea necesario, hasta tener
condiciones de orden y paz”; el 21, “mantener y fortalecer el
Programa Oportunidades” (que en septiembre de 2014 transformó en
Prospera); el 157, “desarrollar un programa de apoyo para elevar la
productividad agropecuaria de Tierra Blanca y los municipios vecinos”
(zona más famosa por la desaparición de cinco jóvenes), o en el
colmo de la maldad futurista, el 158, “crear un programa de
inversión por el bienestar y calidad de vida de quienes viven en
zonas petroleras”.
Ya
hemos visto cómo el fracaso de la reforma energética ha llevado al
traste con la esperanza de empleo y prosperidad de la población
tanto en Poza Rica como en la zona petrolera del sur de Veracruz. A
la contracción en las inversiones de Pemex, se ha agregado el
despido masivo de trabajadores petroleros, a cambio de ningún
programa que permita atemperar la grave crisis económica que
enfrentan no solo las familias de los despedidos sino empresarios y
empleados de otros sectores.
Hasta
el momento, con una lentitud prácticamente desquiciante, solo
avanzan los compromisos 22 (construcción de la carretera Cardel-Poza
Rica, en su primera etapa: interconexión La Mancha-Tihuatlán), y el
218 (Rehabilitar centro histórico de Veracruz).
Los
demás están hundidos en las prioridades del gobierno federal, en
particular, las de cumplir con la zona metropolitana y los
compromisos asumidos en el Estado de México.
Prácticamente,
Veracruz ha desaparecido de las grandes obras de infraestructura del
gobierno federal, a no ser la ampliación del Puerto de Veracruz que
no fue uno de sus compromisos y que ha topado con recursos legales
emprendidos por grupos ambientalistas que buscan defender la zona
arrecifal, afectada por nuevos polígonos creados exprofeso para
moldear los estudios de impacto ambiental a las necesidades del
proyecto.
Ya
podemos poner en duda el compromiso 161, el de modernizar la
carretera federal 180 en los tramos Santiago Tuxtla-Catemaco y
Cosoleacaque-Jáltipan-Acayucan, y el 220, que contempla la
construcción de caminos intermunicipales en beneficio de 24
municipios que se encuentran en las faldas del Pico de Orizaba.
¿Alguien sabe cómo avanzan (si ya se han puesto en marcha) estos
proyectos comprometidos por Enrique Peña Nieto?
Compromisos,
al bote de la basura
Ya
casi en la mitad de su cuarto año de gobierno, Enrique Peña Nieto
puede dar por cancelados los restantes nueve compromisos. Argumentará
en su mérito que se le cruzó la crisis mundial que ha dejado sin
fondos al país, desde la devaluación del peso frente al dólar y la
caída del precio del petróleo, hasta la nula respuesta de
inversionistas extranjeros a su venta de garaje de las riquezas
petroleras tanto en tierra firme como en aguas someras.
El
compromiso 23, relativo a la construcción de la autopista
Tuxpan-Tampico, supuestamente se echó a andar en septiembre pasado
para un primer tramo, el de Tuxpan a Ozuluama, de 107 kilómetros (12
metros de ancho y un solo cuerpo con dos sentidos de circulación),
con inversión privada bajo el esquema de concesión. El segundo
implicaría la modernización del actual trazo entre Ozuluama y
Tampico, con recursos públicos, del que solo se habían atendido
13.5 de los 55 kilómetros, a la espera de recursos fiscales para
continuar este año.
La
parte concesionada, a cargo de la empresa portuguesa Mota-Engil (la
misma que está a cargo de la construcción y posterior concesión de
la autopista Cardel-Poza Rica), reinició trabajos en febrero de este
año y en apariencia se concluiría en tres años, pero ello depende
de muchos factores, como la liberación de los derechos de vía.
Si
en el caso de estas autopistas ya se pusieron a concurso y se
licitaron, hay otros proyectos de los cuales pocas noticias hemos
recibido.
Entre
ellos se encuentran los compromisos 60, de construir la primera etapa
del Periférico de Orizaba, para facilitar la comunicación entre las
ciudades de Córdoba y Orizaba; el 61, construir el Centro de
Convenciones de Córdoba; el 159, construir el libramiento
ferroviario de Coatzacoalcos, y el 160, construir el Hospital
Regional de Alta Especialidad del Sur de Veracruz. De todos ellos no
hay siquiera alguna mención oficial, lo que significa que serán más
pruebas del valor que Peña Nieto le da a su palabra.
Entre
los compromisos olvidados, por supuesto, hay que añadir el 219
(construir el Boulevard Boca del Río-Antón Lizardo) y el 222, que
se refiere a la modernización del Aeropuerto de El Lencero en
Xalapa.
Con
ese ritmo de cumplimiento, Enrique Peña Nieto no solo está dejando
una bola caliente para su partido, el PRI, que en junio próximo
enfrentará su batalla más difícil y acaso la que dé pie a la
alternancia política en Veracruz, sino un malestar creciente entre
los habitantes de Veracruz que muy difícilmente verán resarcidos
los graves daños provocados por 12 años de corrupción por parte de
un siguiente gobierno de apenas dos años.
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