Al Estilo Mathey
* La Renovación Moral
Por Gustavo Cadena Mathey
Muy buen día lector:
Ahora que estamos estrenando congreso y nuevas autoridades a partir del mes de diciembre, es bueno recordar el tema que a continuación le platico:
Como andan las cosas en el país, se hace necesario e ineludible la obligación del Estado mexicano para prevenir y sancionar la inmoralidad social y la corrupción.
Es algo que nuestro pueblo exige con urgencia, una renovación moral de la sociedad que ataque de raíz los daños de la corrupción en el bienestar de su convivencia social.
Para prevenir y sancionar con efectividad la corrupción no bastan leyes idóneas. Son necesarios también, una voluntad política firme y una administración eficaz.
Las leyes vigentes han sido desbordadas por la realidad y ya no ofrecen bases sólidas para prevenir y sancionar la corrupción que la conciencia nacional exige erradicar. Si la renovación moral de la sociedad que ordena el pueblo de México ha de cumplirse, hay que empezar renovando las leyes e instituciones que tutelan la realización de nuestros valores nacionales.
Rollo más, rollo menos, casi textual, lo anterior forma parte de las consideraciones formuladas en la “iniciativa de reformas y adiciones a nuestra Constitución Política”, conjuntamente con las leyes secundarias consecuentes, que el Presidente de México Miguel de la Madrid Hurtado presentó ante el LII Congreso de la Unión, el 10 de diciembre de 1982, como “primer paso para que la renovación moral se haga gobierno y la sociedad pueda apoyarse en él, a fin de que la corrupción no derrote sus derechos”.
Esa iniciativa que por supuesto aprobaron a coro, mano alzada y sin chistar los senadores y diputados de hace treinta años, -alguno de mis lectores habrá estado allí- decía que había que establecer normas que obliguen con efectividad al servidor público con la sociedad, para que sus obligaciones no se disuelvan y para que el comportamiento honrado prevalezca.
“Se necesitan bases nuevas por las que la sociedad recurra al Derecho y no se vea forzada a quebrantarlo para obtener del gobierno lo que en justicia le corresponde, para que los recursos económicos nacionales aumenten el bienestar del pueblo.
“Sometemos, en consecuencia, esta iniciativa para reformar y adicionar las responsabilidades constitucionales de los servidores públicos a fin de establecer en la esencia de nuestro sistema jurídico las bases para que la arbitrariedad, incongruencia, confusión, inmunidad, inequidad e ineficacia no prevalezcan, no corrompan los valores superiores que debe tutelar el servicio público.
“No es compatible servir en puestos públicos y simultáneamente tener negocios cuya actividad se funda en las relaciones económicas con el gobierno.
“Esta dualidad es inmoral: o se gobierna o se hacen negocios. Los empleos, cargos o comisiones en el servicio público no deben ser botín de nadie, sino salvaguarda de la legalidad, honradez, lealtad, parcialidad, economía y eficacia con que hay que servir los intereses del pueblo.
“La guía es el Derecho, síntesis de la moralidad social, y lo primero es que sus fundamentos constitucionales se actualicen para satisfacer lo que los mexicanos esperamos del servicio público”, ¿Qué le parece?
Para más burla, por aquellos días, a ciertos colaboradores del gobernador don Agustín Acosta Lagunes se les ocurrió la brillante idea de secundar tan alta encomienda a la Nación, para que Veracruz fuera el primer estado de la República en poner el ejemplo de esa “Renovación Moral”.
Para no ir muy lejos de los reflectores, con la alevosía del poder y sin mayor consideración ordenaron la aprehensión del alcalde saliente de Banderilla, Darío Barrientos Huesca, quien por cierto recién ya descansa en paz.
Al Güero Peluquero, quien había sido el peluquero oficial de don Agustín y con su apoyo llegó a la presidencia del vecino pueblo, lo acusaron de fraude en condiciones no muy claras y fue encarcelado.
Desde entonces su esposa Lourdes –que también ya descansa en paz- emprendió una dolorosa peregrinación a oficinas y domicilios de políticos y periodistas amigos y clientes del Güero, hasta que una tarde, en vuelo de Zacatecas a Xalapa , Orlando García Ortiz y este reportero convencimos al mandatario.
-¡Haga usted su buena obra del día y libere al Güero!, suplicamos y aducimos algunas razones convincentes sobre conductas de ciertos colaboradores.
-Está bien, hablen con Amadeo, aceptó, en referencia a Flores Espinosa, que era el Secretario de Gobierno.
A los pocos días y luego de un buen tiempo en prisión, Darío fue liberado y los promotores de aquella “Renovación Moral”, que todavía andan por ahí, quedaron en ridículo, porque los verdaderos corruptos siguieron tan campantes.
Que nuestros votos de julio no la regresen.
Que tenga un excelente fin de semana.