Implementa Seguridad Pública operativo en Iglesias de la entidad veracruzana. .




* Elementos de los agrupamientos de Policía Vial, Proximidad, Motorizado, Canino, Caballería y cadetes en prácticas finales se encuentran desplegados en los principales centros de reunión religiosos de la entidad.


 
 
 
Xalapa Ver., 3 de Abril/2015.-La Secretaría de Seguridad Pública dio a conocer que como parte del Operativo Semana Santa 2015, elementos de los agrupamientos de Policía Vial, Proximidad, Motorizado, Canino, Caballería y cadetes en prácticas finales se encuentran desplegados en los principales centros de reunión religiosos de la entidad, a fin de salvaguardar la integridad de los asistentes a dichas festividades.

De esta manera, se han establecido perímetros de vigilancia en torno a los templos que tienen programadas actividades y donde miles de feligreses de distintas regiones de la entidad se reúnen en estos días.

De igual forma, la dependencia informa que los recorridos a pie y patrullajes de los elementos se realizan las 24 horas del día, por lo que se distribuyen en turnos a manera de que siempre haya un miembro de la corporación que pueda prevenir y además auxiliar u orientar a quien así lo requiera.

Aunado a lo anterior, se mantienen los patrullajes en centros comerciales, zonas de cajeros automáticos y las colonias de la periferia, a fin de prevenir el delito en sus distintas modalidades.

La Secretaría de Seguridad Pública refrenda su compromiso de salvaguardar la integridad y el bienestar patrimonial de todos los habitantes y visitantes a la entidad.

Si #Veracruz fuera un país… #HORALIBRE la columna de Álvaro Belin Andrade.




HORA LIBRE

Álvaro Belin Andrade.


Si Veracruz fuera un país…

Si Veracruz fuera un país (y hay quienes buscan imaginarlo así por el tamaño de sus problemas), por población se ubicaría en el lugar 17 (de 35) entre las naciones del continente, desplazando a Paraguay, Uruguay y a buena parte de los países localizados en Centroamérica y el Caribe. 

Según el INEGI, Veracruz ostenta el tercer lugar nacional en número de habitantes, con 7 millones 643 mil 194, solo superado por el Estado de México y el Distrito Federal; para esperanza de nuestro género, en Veracruz la mayoría de sus habitantes son mujeres.
En superficie, sin embargo, nuestro oblongo territorio sería uno más de los ‘pulgarcitos’ de América (como el poeta salvadoreño Roque Dalton denominó a su país), pues estaría ubicado en el lugar 21, después de Panamá y apenas superando a países centroamericanos y del Caribe. 

Sus 71 mil 826 kilómetros cuadrados de territorio, sin embargo, resguardan tesoros inimaginables en su subsuelo y, a diferencia de países que no tienen una salida al mar, como Bolivia y Paraguay, domina más de 745 kilómetros de litoral, que representan el 29.3 por ciento de la costa del Golfo de México.

Si Veracruz fuera un país ya estarían las empresas energéticas mundiales sobre nuestros huesitos para extraer la riqueza en hidrocarburos en nuestra plataforma continental y mar territorial, extrayendo gas y petróleo, ganando en la petroquímica, tal vez succionando el material pétreo de nuestro vecino mexicano y, por supuesto, contaminando las áreas circundantes a las áreas extractivas, industriales y de exportación.

Tendría tres puertos muy importantes (Tuxpan, Veracruz y Coatzacoalcos) que, además de representar nuestra plataforma para exportar nuestras mercaderías, prestarían servicios logísticos de transportación al gigante mexicano para llevar sus mercancías a los puertos de toda América, Europa y África; contaríamos con enormes territorios dedicados a la producción de alimentos, y los atractivos turísticos los habríamos atendido de tal manera que el turismo internacional proveniente de los países vecinos de América del Norte como Canadá, Estados Unidos y, sobre todo, México, se incrementaría en cada temporada vacacional.

Gracias a la disposición de la riqueza derivada del petróleo, nuestras carreteras y autopistas estarían en altos niveles competitivos y servirían de puente para el trasiego de personas y mercancías entre el sur de Tamaulipas y el sureste del vecino mexicano, así como entre la capital mexicana y sus entidades del Caribe.

Los aeropuertos de la pequeña república mostrarían renovados bríos. No solo tendría éxito el de Veracruz sino que recuperaría su esplendor el de Canticas, en la zona petroquímica de Coatzacoalcos, y podría reavivarse el aeropuerto de Poza Rica, si consideramos que los esfuerzos de la hipotética empresa paraestatal y de las privadas del sector petrolero tendrían que concentrarse en reimpulsar las exploraciones del denominado aceite terciario, desde la otrora Meca petrolera hasta la región de Chicontepec.

Su carácter de capital nacional supondría para Xalapa una serie de históricas inversiones en infraestructura, movilidad, desarrollo económico desde el punto de vista comercial y turístico, y un mayor impulso a sus instituciones de educación superior. La formación de capital humano le alcanzaría incluso para promover tecnopolos que diversificaran sus ramas productivas. Dejaría de ser la Cenicienta de los sucesivos gobiernos estatales priistas para convertirse en la joya de la corona de un país pujante y con enormes posibilidades de desarrollo.

La posibilidad de concentrar el presupuesto nacional permitiría impulsar la actividad pesquera, no solo en la explotación de sus ríos, sino en la creación de empresas productoras de especies acuáticas y, lo que es muy importante, del apoyo para la creación de una flota marítima propia que permitiera a ese nuevo país luchar por la riqueza pesquera de su mar territorial.



Veracruz, ¿un país pujante o en quiebra?

Sin embargo, si Veracruz fuera un país y tuviera, para nuestra desgracia, un partido dominante semejante al PRI mexicano, si dentro de esa organización partidista sentaran sus reales familias políticas que buscaran eternizarse en el dominio de los puestos de elección popular, para medrar con los fondos públicos, como se ha estilado con mayor estulticia en los últimos 16 años, difícilmente nos serviría dejar de depender de una recaudación y una distribución del gasto público federal tradicionalmente asimétricas, que priorizan una mayor inversión estatal en aquellas entidades con menores grados de desarrollo y, por ende, menores aportaciones fiscales.

Nuestra deuda externa e interna nos ubicaría muy cerca de la situación que han vivido países de la Unión Europea, como España y, recientemente, Grecia, y nos pondría en la posibilidad de llegar a una situación de impago, como ha sucedido con Argentina. 

El bajísimo crecimiento de nuestro Producto Interno Bruto a niveles por debajo de un punto porcentual, o apenas por arriba de esa cota, imposibilitarían la dinamización de las economías a escala y colapsarían los niveles de recaudación fiscal, impidiendo cumplir con las obligaciones financieras con instituciones locales e internacionales.

Ello llevaría, por un lado, a la negativa de otorgar créditos para obras de infraestructura requeridas por nuestro modelo de desarrollo e impuestas por las políticas sociales suscritas por nuestro nuevo país en el ámbito internacional, y por otro, significaría una inmediata intervención de los organismos financieros internacionales que vendrían ‘a rescatarnos’.

La vorágine de corrupción e impunidad afectarían no solo a las esferas públicas sino habrían minado los mínimos niveles éticos de la población; el crimen organizado ‘nacional’ y ‘trasnacional’ asolaría a los veracruzanos sin que el aparato policiaco minado por la corrupción pudiera contenerlo. 

Los puertos, aeropuertos y carreteras de la hermosa República de Veracruz se utilizarían para el trasiego de drogas, mientras que las actividades industriales, particularmente las relacionadas con la extracción, transformación, transportación y comercialización de hidrocarburos, estarían dominadas por los grupos criminales. 

En medio de ese caos, los connacionales veracruzanos veríamos cómo políticos corruptos utilizan los recursos públicos, uno, para perpetuarse a través de su propia pandilla para evitar ser enjuiciados, y dos, para su extraordinario enriquecimiento personal, cuyas fortunas mal habidas disfrutarían en países vecinos, como México. El dominio político se sumaría a un sometimiento brutal mediante los cuerpos policiacos, mientras las normas y leyes se harían más laxas para permitir un alejamiento incluso de las más elementales normas democráticas y de administración de justicia.

Ese país, pobre país, tendríamos en Veracruz. Y entonces sí seríamos, más que nunca, parte de la comunidad Centroamericana y del Caribe, y veríamos cómo las potencias extranjeras nos convertirían en los hechos en su colonia.

De un cuento de hadas, la historia independiente de Veracruz como nación sería más bien una novela de terror.

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¿De verdad ha disminuido el delito en #Veracruz? #HORALIBRE La columna de Álvaro Belin Andrade.




HORA LIBRE

Álvaro Belin Andrade

¿De verdad ha disminuido el delito en Veracruz?

Parafraseando a Emiliano Zapata, hoy podríamos decir que las estadísticas son de quienes las trabajan y siempre habrá una manera de moldearlas para bien o para mal, sea porque los elementos de comparación son laxos o porque se presentan solo aquellas cifras que muestran marcadas tendencias a la alza o a la baja, según quien las maneje. 

Y para muestra, un botón. Mientras un organismo observador del fenómeno delictivo ubica a Veracruz en el octavo lugar nacional en materia de secuestro, hay otros que consideran a la entidad como una isla de paz y tranquilidad donde los casos de delincuencia no llegan a perturbar siquiera a la población.

Cuando es un funcionario quien maneja esas estadísticas uno fácilmente puede determinar el sesgo de sus algoritmos. Por ejemplo, cuando el secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita declara (como lo hizo este martes en Poza Rica, un lugar caliente, según el argot policiaco) que, en el primer trimestre del año, disminuyeron en Veracruz los índices delictivos, cuando ni siquiera se había cerrado el ciclo trimestral, es posible suponer que sus alegres cifras tengan un sentido más propagandístico que demoscópico.

Por supuesto, en sus arrebatadas declaraciones a la prensa solo seis modalidades delictivas consideró: el robo en general que, según sus datos, disminuyó en un 32 por ciento; el robo con violencia, que cayó en 35 %; el robo a casa habitación, con baja de 38 %, y el robo de vehículos, que disminuyó en un 18 por ciento. La extorsión, cuya disminución es considerable, cayó en 44.7 %, seguido del homicidio doloso, con menos 43 %. 

Debe tener cifras que ni el Sistema Nacional de Seguridad Pública debe conocer. Ya sabemos que no es la SSP sino la Fiscalía General del Estado la que proporciona al organismo federal los datos sobre incidencia delictiva, porque se basan en aquellos delitos que fueron denunciados y por los que la autoridad ministerial ha abierto expedientes y, se supone, procesos de investigación.

Los últimos datos, aparecidos hace unos 10 días, por lo menos los que han sido dados a conocer públicamente, se refieren a febrero. Los correspondientes a marzo (cuya suma con enero y febrero nos dará el dato trimestral que Bermúdez ya maneja) no se conocerán sino a finales de abril. Pero los de febrero, para no ir muy lejos, distan mucho de la apreciación, seguramente personal, del funcionario estatal.



El secuestro nos sigue amenazando

En efecto, prácticamente en todos los rubros se experimenta un crecimiento importante entre enero y febrero, incluso el que más nos preocupa porque nos ha colocado en el pasado reciente como una de las entidades más violentas, junto con el Estado de México, Tamaulipas y Tabasco: el secuestro, que Bermúdez tuvo el cuidado de no mencionar. 

Y es que ese delito volvió por sus fueros en el segundo mes que, por fortuna, solo tiene 28 días. Mientras en enero cantábamos victoria porque solo se registraron 5 denuncias por ese delito, que rompía incluso con la estadística más promisoria de 2014, que era de ocho, en febrero creció (y aquí emplearemos la lógica demoscópica del señor secretario) en un 80 por ciento, al registrarse 9 secuestros, una cantidad que representa cerca del 10 por ciento de los 99 registrados en el país.  

Por ahí aparecieron datos que apuntaban a que Veracruz ocupa el octavo lugar en la comisión del delito de secuestro; sin embargo, apegándonos a los datos del SNSP, está en cuarto lugar junto con Tabasco. Veamos la lista bimestral que sigue encabezando Tamaulipas, con 40 secuestros; le siguen: Estado de México, con 33; Guerrero, con 21; Veracruz y Tabasco, con 14; DF, con 7, y Morelos e Hidalgo, con 6.

Por supuesto es un aliento y una esperanza que el gobierno estatal, con el apoyo del federal, estén organizando y equipando unidades antisecuestros como el que ayer se echó a andar en Coatzacoalcos y que el zar antisecuestro Renato Sales nos haya puesto contentos con la hipótesis de que, entre más capos detenidos, menos secuestros. Pero eso no debe llevarnos a considerar que las cosas se compondrán en un tiempo breve.



Los delitos han crecido, no han disminuido

Pero en casi todas las demás categorías, las cosas se fueron para arriba: mientras que en el ámbito nacional hubo una disminución del número de delitos en general al pasar de 118 mil 557 a 117 mil 865 (-0.6 %), en Veracruz experimentamos un incremento de casi 20 por ciento, pues pasamos de 3 mil 157 a 3 mil 769 delitos entre enero y febrero.

En el caso de robos, pasamos de 1 mil 369 a 1 mil 478; en robos con violencia, de 391 a 464 y sin violencia de 978 a 1,014; el robo común, de 1,333 a 1,423; el robo común con violencia, de 385 a 453; el robo a casa-habitación con violencia, de 36 a 37; a negocio, de 71 a 91; de vehículos, de 102 a 113 y a transportistas, de 74 a 78. Incluso el abigeato subió de 30 a 44 mientras que el robo en carretera subió de 6 a 9, todos ellos con violencia.

Podemos seguir con los datos oficiales de que disponemos: lesiones, de 330 a 476; homicidios, de 72 a 84; los homicidios dolosos, de 30 a 37, y los culposos de 42 a 47; las extorsiones, de 10 a 15; fraude, de 155 a 279 y la violación incluso de 8 a 11.

¿De dónde carajos saca sus felices datos el secretario de Seguridad Pública?

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¿Qué fue primero, El Huevo o la pillería? #HORALIBRE La columna de Álvaro Belin Andrade.




HORA LIBRE

Álvaro Belin Andrade


¿Qué fue primero, El Huevo o la pillería?

Surgido de la más ilustre universidad del priismo veracruzano, la que forma y titula a sus cuadros en los barrios y colonias populares de Veracruz y Boca del Río a golpe de acarreos, fraudes y operativos electorales, Fernando Arteaga Aponte, alias El Huevo, maneja con destreza su permanencia en la dirección general del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Veracruz (Cecytev).

Y es posible que la próxima semana amarre su puesto cuando, convocados por esta criatura, se reúnan en el World Trade Center de Boca del Río directores de organismos similares de los demás estados del país para crear la asociación nacional, de cuya presidencia le tomaría protesta el mismísimo gobernador Javier Duarte.
¡Y vaya que El Huevo Aponte es un personaje de la picardía veracruzana! Y no soy justo con ello, más bien de la peor picardía veracruzana, de la que encuentra en el engaño, la pillería y el cinismo sus mejores atributos.       

De ser ‘operador político’ del PRI en Veracruz, donde sudó lo inimaginable para contar con la simpatía de los sucesivos dirigentes priistas y, con ello, colgarse de una o varias tetas gubernamentales, el famoso Huevo ha encontrado, según todos los indicios pasados y presentes, una forma de abultar su cartera mediante un mecanismo doloso y deleznable: cobrarle a lo chino a varios de sus empleados una cuota por tener trabajo.
Es famoso su trance en la policía bancaria y comercial, hoy conocida como IPAX, cuando estuvo en un tris de ser literalmente azotado por su jefe, el coronel Porfirio Díaz, quien se habría enterado de que su flamante comandante en Veracruz, Fernando Arteaga Aponte, como vil chupacabras, ordeñaba los sobres destinados al pago de los efectivos policiacos, de por sí afectados por los bajos sueldos. Fue citado a las oficinas en Xalapa, pero prefirió renunciar antes que enfrentar al mal encarado militar que era su jefe.

Más nos hubiera valido a los veracruzanos que el jefe policiaco le hubiera dado sus azotes, porque al menos en su carrera burocrática habría tenido el mayor cuidado de no defraudar a sus subalternos con tan vergonzosas exacciones. Pero no fue así y helo aquí y ahora convertido en un verdadero truhan en el puesto que ostenta.

Hace ya tiempo que la versión de que mensualmente descuenta parte de su salario a la gente que le sirve es nota común. Lo raro es que no se hayan enterado ni el anterior ni el actual secretario de Educación y, mucho menos, el gobernador Javier Duarte de Ochoa.

Con las reservas del caso, a sabiendas de esa práctica consuetudinaria de Arteaga Aponte, me permito someter al escrutinio público y a la posibilidad de una investigación formal por parte de la Contraloría General del Estado, una lista parcial que ha llegado a nuestro poder con nombres, puestos y montos de las cuotas descontadas mensualmente por el solo hecho de tener un puesto de trabajo en la dirección general del Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Veracruz (Cecytev), por órdenes de su titular.

Citlalli Avendaño, Coatepec, 800 pesos; José Andrade, Coatepec, mil pesos; Ivo Luis, director, 2 mil pesos; Virgilio Torres, director, 4 mil pesos: Edgar H. Gallegos, director, 2 mil pesos; Carlos Braco, director, 3 mil 500 pesos; Joel Arteaga, Coatzacoalcos, 3 mil pesos; Éricka Tlaxcalteco, directora, 2 mil pesos; Alejandra Gómez, directora, 2 mil pesos; Gissel del Moral, directora, 2 mil pesos; Argelia (¿), directora, mil pesos; Dr. Limón, Naolinco, 4 mil pesos; Lic. Mares, Atzalan, 2 mil pesos, y Carlos Galicia, director, 800 pesos. 

Más de 30 mil pesos esquilmados cada mes solo a estos empleados.
¿Verdad o mentira? Las áreas de control del gobierno estatal deberían investigarlo con extremado cuidado, cuidando que los afectados puedan decir su verdad sin el riesgo de ser despedidos.



Un gabinete mediocre

Y eso deriva de lo siguiente.

O es fácil engañar a los altos funcionarios del gobierno duartista o algunas lacras incrustadas en puestos directivos se mantienen en ellos porque tienen el doble propósito de administrar el presupuesto (incluso metiendo la mano en el cajón) y, al mismo tiempo, operar electoralmente con toda la infraestructura disponible en las dependencias en que medran a costa de los veracruzanos.

No de otra manera se podría entender que verdaderas nulidades profesionales hayan sido nombradas por el gobernador Javier Duarte de Ochoa en direcciones generales e, incluso, en secretarías, pese a que sus perfiles no solo no encuadran con las exigencias profesiográficas determinadas por la ley estatal de Administración Pública sino, incluso, restan lustre a las dependencias por su fama de poseer un sumamente disminuido coeficiente intelectual o por ser de uñas largas… o ambos atributos.

Para no ir muy lejos, ahí tiene usted al tampiqueño Gabriel Deantes Ramos, quien ocupa desde enero la titularidad de la Secretaría del Trabajo, Previsión Social y Productividad, pese a que no es abogado sino contador público, y haber sido señalado por el propio gobernador como alguien que faltó a su confianza mientras se desempeñaba como subsecretario de Finanzas y Administración de la Sefiplan, por lo que fuera despedido con cajas destempladas junto con Edgar Spinosso Carrera, entonces Oficial Mayor de la SEV, apenas el 19 de marzo de 2014. 

Tan inopinado fue su nombramiento en el gabinete como titular de una dependencia que exige tener título de abogado, que no puede presidir la Junta de Conciliación y Arbitraje, aunque es el más hábil operador financiero-electoral del PRI.

Otro caso es la subsecretaria de Educación Superior de la SEV, Denisse Uscanga Escobar, hija del taimado político tuxtleco Jorge, de los mismos apellidos, cuya designación al frente de esa dependencia no ha hecho sino confirmar el nulo interés del gobierno estatal por la educación superior pública; la junior de la política –de profesión odontóloga– sabe del tema lo que este escribidor conoce de física cuántica. 

Tal vez por ello se diga que en la SEV los únicos que están colocados en puestos de responsabilidad con una comprobada andadura en el tema educativo son el actual secretario Flavino Ríos Alvarado, con experiencia en la administración educativa, primero como director de Enlace de la Dirección General de Concertación para la Descentralización Educativa de la SEP y, luego, como director general de los Servicios Coordinados de Educación Pública, con el gobernador sustituto Dante Delgado (a diferencia de su antecesor, Adolfo Mota, un verdadero fraude político), y la profesora Xóchitl Adela Osorio Martínez, subsecretaria de Educación Básica, al menos porque cumplirá su tercer sexenio al frente de la dependencia.

El singular esquema se repite en casi todos los cargos del actual gabinete: abogados en puestos que deberían ocupar arquitectos, ingenieros en áreas de abogacía, economistas atendiendo obras de infraestructura, contadores públicos que medran en temas laborales, odontólogos en tareas educativas, periodistas atendiendo cuestiones de protección civil, proxenetas promoviendo el turismo y jilgueros priistas impulsando la educación tecnológica.

Con ese equipo de trabajo, difícilmente un gobierno podría tener resultados alentadores. Y lo hemos comprobado, para nuestra desgracia, en los últimos cuatro años.

Comentarios: belin.alvaro@gmail.com | Twitter: @HoraLibre

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