COALICIONES: CHOQUE DE
TRENES
Uriel Flores Aguayo
Se perfilan con suficiente claridad dos coaliciones
electorales para la competencia sobre la minigubernatura y las diputaciones
locales de Veracruz: una, lleva al partido
oficial y a sus aliados; otra, suma a las oposiciones mas fuertes. Es un
derecho legal, político y democrático que tienen los partidos políticos, no hay
coaliciones buenas y coaliciones malas. Por un mínimo de decoro y sensatez
deben dejar que se constituyan y compitan electoralmente. De pena ajena y espectáculo
denigrante resultan las voces que descalifican a los opositores aliancistas y
aplauden al oficialismo con su sopa de letras. Al concretarse ese escenario la lucha electoral sera
mas real y competida, presentándose una oportunidad seria de alternancia. La
realidad de Veracruz, con sus abundantes problemas, justifica que las
oposiciones dejen el aislamiento y la marginalidad para proponerse gobernar.
Todo seria fácil, como marcan los libros y las leyes,
si viviéramos en democracia, donde se respetan las libertades y se promueve la
participación ciudadana. Pero no es así, acá hay que luchar, vencer miedos e
intereses de corto plazo. No va a ser sencillo conformar la coalición
opositora, tampoco hacer campaña limpia y obtener mayoría. Se tiene enfrente
una añeja y mas o menos solida maquinaria de poder que, con todo y sus
divisiones y falta de oferta novedosa, va a intentar por todos los medios
mantenerse en el poder. En la medida que avancen las campañas, superados los
obstáculos iniciales, se despejaría el
panorama y se vencerán resistencias de todo tipo, incluidas las tentaciones
autoritarias. Por experiencia en
competencias electorales tanto municipales como nacionales llegaría un momento,
puede ser a media campaña, en que las tendencias pongan a cada quien en su
lugar y se eliminen anacrónicas amenazas a la normal expresión ciudadana.
Es evidente que el momento social, político y
económico que vive Veracruz favorece la llegada de la alternancia en el
gobierno; obtener ese resultado tiene sustento en una realidad muy difícil para los Veracruzanos, que anhelan cambios y justicia, pero sobre todo en la construcción de una
fuerza política y ciudadana que presente un programa viable y amplio. Todo
falta por hacerse, nada es fácil: "del
plato a la boca se cae la sopa". Las oposiciones aliancistas deben llegar lo mas unidas
en lo posible, con liderazgo y organización, con apertura y estrategia de poder. Seria un error
grave que la coalición opositora se hiciera sectaria y de autoconsumo, al
contrario, debe sumar a las mas variadas y representativas expresiones sociales
para integrar un bloque solido que le
permita ganar mayoría y gobernar con consensos. Es deseable que, de inicio, se haga un esfuerzo por
sumar a otros partidos, para presentar una oferta electoral mas amplia y
comprometer con una agenda plural al nuevo gobierno, que no debe ser persona
lista y de un partido.
Hace casi tres años se hizo el que ha sido el mas
cercano intento de coalición opositora en Veracruz; contra ese esfuerzo se
movilizaron todos los recursos del gobierno hasta derrotarlo. Fue brutalmente
exhibida la falta de un estado de derecho en la concertación de instituto y
tribunales electorales para ejecutar una consigna política; también se dieron
cita medios de comunicación y mercenarios de los partidos signantes. Se
violaron derechos políticos de afiliados y dirigentes y se devaluó a las
oposiciones. Estuvimos en una jornada oscura de Veracruz, que no debe
repetirse. Desde el oficialismo se
gestiono y obtuvo la mayoría legislativa y de los cabildos; lamentablemente
solo lo hicieron para seguir mandando de acuerdo a intereses muy particulares.
Vean las consecuencias en los escándalos de algunos Ayuntamientos y en la
docilidad de un congreso que no nos representa.
La coalición opositora debe convencer de sus ideas,
integrantes y fines; no puede eludir que recibiría votos de la inercia del
descontento, pero mal haría si se conforma con ese tipo de votos; al contrario,
su tarea sera la de ganar votos conscientes de la necesidad del cambio pero
también de las dificultades del momento; habría
que ser muy claros en los obstáculos que tendría un gobierno de la
alternancia en un estado endeudado y con serios niveles de ingobernabilidad. No debe haber ningún tipo de confianza
extrema, si optimismo; no es juego, hay de por medio muchos intereses, incluso
de los de tonos muy oscuros. Sumar voluntades para el re lanzamiento de
Veracruz, supone claridad de ideas y asumir un claro compromiso por otra manera
de hacer política y gobernar. Rostros firmes en pos de esperanzas. El triunfalismo es el veneno que se debe
eludir. Una postura democrática incluye el respeto a otros partidos que decidan
no participar de la coalición opositora que se anticipa mayoritaria; tendrán
sus razones y deben respetarse.
El debate entre la coalición y de esta con la sociedad
no es ideológico y se limita a la entidad; se basa en un programa democrático
sin apellido, como dijo alguna ves Krauze. Su objetivo central es la
alternancia en el gobierno para implementar un programa democrático, de
justicia y de amplia y promovida participación ciudadana. Solo con gobierno y sociedad fuertes, basados en la
información, la transparencia y la honradez, habrá seguridad y paz publicas,
recursos para el desarrollo, derechos a salvo y defensa efectiva de los
intereses colectivos. Se busca tener un gobierno democrático que respete la
forma de pensar de cada quien, la libertad de expresión, garantice el estado de
derecho, respete la división de poderes, abra las puertas del palacio, ahorre
en gastos superfluos y lo aplique a los programas sociales, etc. De no haber alternancia nos espera
un proceso muy delicado de decadencia y degradación.
Recadito: Lunes 9 de noviembre, taller sobre democracia en el CESEM;
ahí vamos poco a poco.