REFORMA O REVOLUCIÓN
Uriel Flores Aguayo
En los márgenes de las movilizaciones sociales y
políticas que se dan en nuestro país todavía quedan algunas expresiones que se
asumen como revolucionarias, normalmente no pasan de testimonios y simbolismos pero en ciertas zonas, por historia y
condiciones sociales, si llegan a tener una relativa incidencia. Es tanto el
agravio que le causan las élites al pueblo que este le corresponde con conductas
que tienden a la informalidad, al descrédito y a la no cooperación con la
institucionalidad.
Casi todos los que queremos participar en la vida
pública nos orientamos por los partidos políticos y participamos en las
elecciones de todos los niveles; el abstencionismo sube y baja de acuerdo al
momento político pero tiene un nivel muy similar con el resto del mundo. Hay quienes conjugan su inclusión en el
sistema político con un discurso entre disperso y rebelde, ya sea por la falta
de definiciones o por la carencia de compromisos democráticos. Poco se repara
en las nocivas consecuencias de debilitar a las instituciones ya sea por propia
corrupción o por el golpeteo interesado de actores políticos.
Los choques en Oaxaca, han venido a actualizar el
debate sobre la violencia en términos de su eficacia y legitimidad; para
algunos la policía debe abstenerse de usar la fuerza pase lo que pase mientras
que no ven mal que algunos grupos organizados desaten acciones de violencia
mayor. Independientemente de la causa y de la zona debería hacerse un esfuerzo
de racionalidad para ubicar las dimensiones y efectos de la violencia, que
nunca traerá algo positivo. Los grupos de interés y los sectores autoritarios
del Estado se sienten muy a gusto entre llamas y muertos: hay más presupuesto para
unos y hegemonía para otros.
La violencia es el fracaso de la política y retrasa el
desarrollo democrático, debe aislarse y condenarse sin eufemismos; al
contrario, se debe asumir un compromiso muy claro con las reglas democráticas y
trabajar sin pausa en la construcción de ciudadanía. Quien crea que la
violencia es sinónimo de romanticismo seguramente solo la vive desde las redes
sociales. Normalmente las coyunturas son un río revuelto que aprovechan para su
beneficio los grupos de poder. No
debe haber concesiones para aquellos que atropellen, repriman e inhiban los
derechos constitucionales; queremos mucha participación ciudadana pacífica y
gobiernos transparentes y legítimos. Es lamentable la exhibición de precariedad
y falta de profesionalismo tanto de la policía federal y las locales que han
recibido presupuestos multimillonarios sin que los justifiquen con su labor en
beneficio de la sociedad, además de que olvidan en la práctica el escrupuloso
respeto con los derechos humanos.
A estas alturas ya no hay materia para plantearse la
disyuntiva entre Reforma y Revolución como se llegó a exponer sobre todo en la
experiencia latino americana, por lo menos no con efectos concretos. El
discurso revolucionario es solo retórica y pose, no va más allá del
histrionismo que nos heredó esa mezcla poderosa del Cardenismo nuestro y las
piezas oratorias del estilo de Fidel Castro. Dentro de los procesos electorales,
cuya calidad deja mucho que desear, hay él gradualismo normal y la certidumbre
para elegir autoridades y representantes. No hay atajos que no sean ilusorios.
El camino es lineal u oscilante pero es el mismo, el de la ruta de la
participación y el compromiso permanente. Solo con voz, movilización pacífica y
votos se podrán lograr las transformaciones requeridas. Incluso, ya electos los
representantes son sujetos de escrutinio social.
Hay que votar y votar, ganar espacios, incidir en las
leyes y en las políticas públicas; los votos son gobiernos y curules, con una
correlación de fuerzas que les permite aplicar su programa. Nos convienen
elecciones libres y copiosas, son la fuente de buenos gobiernos y La Paz
pública. La movilización popular siempre será plural, es indispensable, debe
ser respetada y se enfoca a una muy amplia variedad de asuntos.
Recadito: La alternancia va para un gobierno de
coalición que reinstale el estado de derecho y abra una etapa democrática para
Veracruz.