HORA
LIBRE
Álvaro Belin Andrade
Renato
Alarcón, con grave desventaja
Con ser un paso importante rumbo a su
participación en los comicios municipales de junio próximo, la designación
desde el CEN del PRI del exdelegado del ISSSTE en Veracruz, Renato Alarcón
Guevara, como dirigente estatal de ese partido, ha sucedido en un momento
sumamente crítico y en condiciones desafiantes, lo que permite desde ahora
prever un tránsito trompicado, con enormes riesgos de caer en riesgosas
barrancas.
No solo es que el PRI carece de dinero y,
por primera vez, del apoyo de un gobierno estatal de sus colores; es que la
dilatada decisión por quien debía suceder a Amadeo Flores Espinosa se ha
prestado a escisiones, cismas, amenazas y chantajes, y en medio de todo ese
clima de división, se ha abierto una enorme fisura por la que han tratado de
colarse dinosaurios perniciosos del tamaño de Fidel Herrera Beltrán quien, por cierto,
ha preferido llegar a Veracruz en la oscuridad del anonimato para refugiarse en
su casa de El Conchal, atemorizado porque una subrepticia orden de aprehensión
lo hubiera tomado sin un amparo judicial bajo el brazo.
Los priistas que buscan colarse a las
candidaturas a alcaldes o en las planillas para esperar el milagro de conseguir
chamba de síndico o regidor, o que sueñan con colarse como futuros funcionarios
municipales, están que hierven porque el partido ha aplazado al límite el
proceso de selección de candidatos. Sobre todo, aquellos que no tienen ninguna
esperanza de ser convocados por otros partidos, hoy mejor colocados en la
simpatía popular, y solo tienen oportunidad en el PRI.
Y ellos de inmediato empezarán a
presionar a un dirigente joven, sin experiencia ni liderazgo, aunque con la
ventaja de no identificarse ni con la Fidelidad (Fidel y Duarte lo relegaron
groseramente de toda participación en sus gobiernos), ni con los senadores
priistas, ambos deseosos de la candidatura en 2018, ni de los militantes que
han encabezado la rebelión en el seno priista.
¿Tendrá Renato Alarcón el apoyo de todos
aquellos priistas que, identificados con la línea de Amadeo y del dirigente
nacional Enrique Ochoa Reza, buscan deslindar públicamente al PRI de la
vergonzosa historia de sus dos más recientes gobernadores? ¿Qué ideas llevará
para lograr la unidad priista en los ámbitos estatal, regional y municipal, y
cómo enfrentará las pasiones que despertarán de inmediato la designación de
candidatos para los comicios municipales e, incluso, su propia designación como
dirigente estatal?
Combatir
los demonios internos
Por lo pronto, sus batallas deberán ser
múltiples: legitimarse como dirigente ante las bases priistas, lo que no debe
significarle demasiado esfuerzo porque esas bases esperan hace tiempo a quien
sea para iniciar el tránsito hacia los comicios municipales; contener con
sentido político una posible andanada de los fidelistas por ganar espacios en
el nuevo comité directivo estatal (de entrada, hacer a un lado a Regina Vázquez
Saut, quien no quiere dejar la Secretaría General a Marilda Rodríguez), y poner
límites a la vehemencia del senador Héctor Yunes Landa, quien buscará ganar al
partido para volver a contender a la gubernatura.
Debe también extirpar del PRI estatal a
dirigentes realmente vergonzantes como la presidente de la Fundación Colosio,
Gina Domínguez Colío, excoordinadora de Comunicación Social en el mayor tramo
del gobierno de Javier Duarte, acusada, junto con el exdirigente estatal
priista y diputado federal Alberto Silva Ramos, de participar en un grave
saqueo de recursos públicos mediante el uso de empresas fantasmas que
supuestamente habrían realizado tareas relacionadas con la difusión del
gobierno estatal. De hecho, el gobierno estatal de Miguel Ángel Yunes Linares
tiene iniciadas sendas investigaciones que ya debieran ser motivo para incluso expulsarla
del PRI.
Además, un personaje pernicioso que solo
le ha dado desprestigio sin que, a cambio, haga algo por el PRI, es su
Secretario de Organización, el actual diputado federal Fidel Kuri Grajales,
propietario del club Tiburones Rojos de la Primera División, quien el domingo
por cierto señaló a la prensa que tanto la solicitud de desafuero contra su
colega de bancada Tarek Abdalá como la detención del dirigente del Movimiento
de los 400 Pueblos, César del Ángel Fuentes, responden a la necesidad del
actual gobernador de ejercer revanchismo político y no a un imperativo de
justicia.
Por supuesto, el mejor escenario para el
PAN gobernante (que estaría encontrando resistencias para ir en alianza con el
PRD) es que las fuerzas identificadas con la Fidelidad se hagan presentes en el
PRI, que sus enlodados plumajes se agiten ruidosa y perniciosamente para que
nadie olvide el enorme daño que el PRI, a través de ellos, le han causado a
Veracruz.
Por ello, es posible que los procesos
judiciales contra exfuncionarios de Javier Duarte se protagonicen justamente en
los momentos en que estén en marcha las campañas municipales, lo que hará un
daño mediático y político extraordinario al PRI. Ya veremos cómo el nuevo
dirigente priista y su personal de comunicación y prensa diseñan las mejores
estrategias para desvincularse de esos procesos.
Por lo pronto, el PRI ya tiene dirigente
y, si la delegada del CEN del PRI, Lorena Martínez Rodríguez, no pasa mucho más
tiempo en la Ciudad de México, tendrá que notar que no solo es necesario el
cambio en la cúpula sino en prácticamente todos los puestos directivos
priistas.
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