Sin
tacto
Por
Sergio González Levet
El
gurú y el neoliberalismo
Quienes me hacen el favor de seguir esta
columna y leyeron la que publiqué el 4 de agosto, “El gurú y el Gobernador”, ya
tuvieron noticia de los gratificantes consejos que tengo la suerte de recibir.
Si no, les transcribo la entrada de aquella entrega, que como dicen los oficios
escritos al estilo antiguo, se explica por sí sola (o eso espero):
“Muchos pueden presumir en su vida de que
conocen a una persona sabia, y algunos llegan a tener la dicha de gozar de su
consejo, su poderoso intelecto y su conocimiento. Sus palabras son guía,
estímulo, impulso; orillan a la corrección, a la sapiencia, a la alegría de
saber.
“Tengo
un gurú al que le puedo preguntar casi todo lo que se me ocurra, y sabré que
tendré una respuesta a modo, brillante, inspiradora.”
Sin más, le dejo la palabra al sabio, sobre
un tema que nos concierne y nos afecta a todos, el neoliberalismo.
—Mira, mi pequeño saltamontes, —me dice el
gurú con ese tonito de sorna amable que nunca abandona— en el caso de las
ideologías y los modelos económicos y las formas de gobierno, la discusión se
circunscribe a un dilema entre dos elementos, uno de los cuales siempre es el
mismo: el neoliberalismo, que se opone a muchísimos otros que son diversos y
diferentes. Siempre es uno contra todos, pero un “uno” que ha tenido una
preeminencia brutal.
En el nivel de las ideologías el
neoliberalismo apabulla y se discute en contraposición con el liberalismo, el
socialismo, las derechas, las izquierdas, los centristas, los anarquistas.
En cuanto a las economías, opera contrapuesto
al capitalismo conservador (si es que existe) y contra todo lo que se oponga a
la imposición del mercado como el gran y único regulador de la vida humana.
Y se impone asimismo frente a la operación de
los gobiernos socialistas, contra las democracias, contra las dictaduras
también, en cierto modo.
Para que quede bien claro, el neoliberalismo
es la ideología de las transnacionales, de esas grandes empresas que lo dominan
todo, que se quedan con todo, que regulan la economía mundial y condenan el
futuro del planeta.
Ellas están a favor de las privatizaciones y
en contra de la socialización de los recursos públicos. Ven mal que los
gobiernos apliquen presupuestos en favor de las clases desposeídas y quieren
que mejor les den esos dineros.
Dicen: dejen que nosotras nos encarguemos de
crear empleos y de explotar a los trabajadores a cambio de garantizarles un
bienestar aparente y/o mínimo (tampoco se trata de gastar de más en mejorar la
vida de los miserables; para qué, si con poco se conforman).
El neoliberalismo explota la ingenuidad de
los marxistas, que siguen creyendo en un mundo perfecto después de que triunfe
la dictadura del proletariado, mientras los neoliberales entienden, tomado de
Marx, que la dialéctica de la historia es que la explotación del hombre por el
hombre seguirá perfeccionándose en la medida en que avance la tecnología, y por
eso triunfa ahora la dictadura del mercado, que de nada sirve a la justicia.
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