Uriel
Flores Aguayo
Las
próximas elecciones veracruzanas, de Gobernador y legisladores,
significan la confrontación real de proyectos y fuerzas políticas
distintas en lo general; son el espacio de participación ciudadana
que define tipo de gobierno y diputados, son la oportunidad de
calificar resultados gubernamentales, refrendar adhesiones o hacer
intentos de alternancia. Las elecciones no pueden seguir en la
intrascendencia, repetición de anacronismo, en la paja, en la
vendimia indigna, en lo cuantitativo exclusivamente, en la
publicidad, en demagogia y en manos de unos cuantos.
No
se puede eludir que,
sustancialmente,
las elecciones son
derecho y obligación, mecanismo Pacífico para continuar un proyecto
o para cambiarlo; en las condiciones actuales la disyuntiva es
concreta: continuismo o alternancia. Puede ser que el continuismo no
siga una línea recta, que su origen incluya matices y que, con
autenticidad, intente un giro en las maneras de gobernar; lo que no
pueden superar fácilmente, si es que lo intentaran, es que vienen
del mismo partido, con toda la carga de intereses y compromisos
adquiridos y pactados para hacer viable la candidatura oficial. La
alternancia posible es la aliancista, la que trae mayor intención
del voto y muestra voluntad real de gobierno; hay otras propuestas
genuinas que no tienen mayores oportunidades.
En
las elecciones en curso se confrontan principalmente dos figuras,
dos Yunes, respaldados por alianzas que unen a la oposición, caso
Miguel Ángel, o refuerzan al PRI con membretes, caso Héctor. Es la
lucha de los que quieren mantener el poder para el partido tricolor
contra los que promueven la alternancia. Esos son los impulsos
centrales en estas elecciones, de ahí que se pueda prever la
polarización y una mayor participación ciudadana. Apenas estamos en
la fase de precampañas y ya se empieza a sentir un cálido ambiente
electoral. Con toda seguridad el proceso seguirá en ese nivel para
derivar en una campaña álgida e inédita.
Es
fundamental que tengamos elecciones libres y copiosas, que se respete
la voluntad popular y se elijan a los gobernantes y legisladores que
la gente quiera. No debe haber lugar para los que ven al voto como
mercancía y para políticos despenseros. El sufragio es casi
sagrado, fuente de legitimidad y justificante de las medidas que se
toman desde el poder. Siempre que alguna autoridad decide algo invoca
a la democracia, a las leyes y a los votantes aunque haya ascendido
al poder por medios mercantiles.
Los políticos
tradicionales y los gobernantes autoritarios ven a las elecciones
como una formalidad, como un mal necesario y apenas como un aval en
sentido negativo de sus actos.
A
pesar del más de un siglo transcurrido, de la revolución mexicana
con el lema Maderista de "sufragio efectivo no reelección"
y de toda la parafernalia institucional que nos cuesta una fortuna,
no podemos asegurar que tenemos elecciones libres, que los votos son
secretos, que se cuentan correctamente, que hay equidad, que él
árbitro es imparcial y que se propicia la exposición de proyectos
sobre las ocurrencias y el spots. No lo podemos sostener sin que nos
muerda la realidad, esa donde las votaciones siempre están en
peligro, donde se altera la voluntad popular con amenazas, sobornos e
imposiciones. De elecciones con baja calidad democrática surgen
gobiernos mediocres y corruptos.
Se
trata, por tanto, de tener elecciones libres, de las que surjan
gobiernos nuevos y legítimos para tener instituciones fuertes y
confiables para una sociedad civil donde camine la información en lo
general, con transparencia, y se ejerzan derechos. Ese sería el
círculo virtuoso de la democracia. A eso debemos aspirar en
Veracruz, a eso podemos llegar con nuestros votos, más valiosos que
nunca.
Ufa.1959@gmail.com
Recadito:
Soy precandidato a diputado por el distrito 10 de Xalapa; mediante
una encuesta se define el 13 de marzo próximo .