¡Gracias por el silencio! #Sintacto. La columna de Sergio González Levet. @sglevet




Sin tacto

Por Sergio González Levet

¡Gracias por el silencio!

Si la estridente lectora o el lector estruendoso son de los que… -aquí iba a poner “son de los que gustan”, pero a tiempo alcancé a darme cuenta del barbarismo en que estaba a punto de caer, y cambiaré la frase por una más adecuada en castellano; decir así, es hablar en espanglés, porque los anglohablantes dicen, por ejemplo: “They like to sing” (literal: “Ellos gustan cantar”) y nosotros construimos diferente el verbo gustar: “A ellos les gusta cantar”.

Si me disculpan el paseo a favor de la pureza de nuestro idioma, empiezo de nuevo:
Si la estridente lectora o el lector estruendoso son de las personas a las que les gusta leer en voz alta, les pediré que cuando lean este texto lo hagan lo más bajo posible, porque este día es para disfrutar un silencio angelical, ya que debido a la veda ningún candidato y ningún partido están haciendo propaganda (ruido), ni la podrán hacer tampoco hasta pasado el día electoral, que será el próximo domingo.

Así que hoy podremos gozar de los sonidos que nos regala el reino vegetal, porque estaremos en condiciones de escuchar cómo los árboles mueven sus ramas con la ayuda cómplice del viento, y con ello hacen que de las hojas surjan las más fastuosas melodías, las notas concordantes del reino vegetal que nos traen resonancias ancestrales.

Si nos quedamos callados lo suficiente, podremos oír cosas verdaderamente importantes y no la palabrería insulsa de los candidatos, como hasta ayer lo tuvimos que hacer. Vamos a escuchar el trino de los pájaros, el canto de los gallos, el cloquear de las gallinas, el graznido de los gansos, el maullido de los gatos (por favor, ya no el ladrido de los perros, que cómo abundan en Xalapa). Y si le exageramos un poco a nuestra imaginación, podremos deleitarnos con el barritar de los elefantes, con las panteras cuando himplan, con los gañidos de los zorros y con el crotorar de las garzas o el estridular de las langostas.

Jueves, viernes y sábados benditos de la veda electoral en los que podemos disfrutar tu voz que ilumina como embrujo de magia a mi pasión, el sonido de tu boca que desentierra el amanecer más claro, o tu grito que es mi canto.

Hoy no hay spots que nos digan con su estridencia cansina que los de acá son muy buenos y que los de allá son muy malos. Hoy no escucharemos discursos vacuos, promesas incumplibles.

Hoy, y mañana, y pasado, son para el remanso del alma, para el descanso del guerrero que todos los días sale a trabajar honradamente a fin de llevar el pan a su casa, para que las mujeres no sean acosadas con falsos abalorios de equidad, para que quienes integran las masas populares no sean molestados con la compra de su voluntad.

Y en plan de proponer: ¿por qué no mejor hacer tres meses de veda y tres días de campaña?
Nos saldría más barato a todos, en lo financiero, en lo espiritual… y en lo auditivo.

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