HORA
LIBRE
Álvaro Belin Andrade.
Los destapados para la gubernatura
Para cualquier observador medianamente
informado, el principal mensaje que subyace en los resultados electorales del
domingo 7 de junio apunta a un hartazgo social, a un rechazo creciente de los
partidos políticos, sus dirigentes y sus candidatos, y lo que debiera ser más
preocupante para los actores políticos tradicionales: los comicios permitieron
constatar que es posible construir proyectos políticos alternativos mediante el
impulso de candidaturas independientes.
Como atinadamente ha declarado el
diputado Ricardo Ahued Bardahuil, de pronto todos los políticos se creen con
los merecimientos suficientes para ser candidatos a gobernador o, agregaría yo,
a Presidente de la República. Con su
singular franqueza, el empresario xalapeño (que fue propuesto por el diputado
federal Uriel Flores Aguayo como posible candidato independiente), acaba de señalar
que todos aspiran a la minigubernatura como si Veracruz estuviera en jauja.
Hasta debajo de las piedras aparecen
muchos que quieren jugar a salvadores de la catástrofe económica que vive
Veracruz, se cuelgan medallitas, organizan preguntas de reporteros cuya
respuesta sea “yo también la quiero”, levantan encuestas entre sus amigos y seguidores
para mostrar que llevan la delantera, aceleran su exposición mediática de
manera artificial luego de meses de ostracismo, frecuentan los mentideros
políticos, confían sus aspiraciones a quienes pueden darles coba y se desplazan
con sonrisas y soluciones a lugares donde, hasta hace unos meses, sus
pobladores exigían su presencia para resolver los problemas cuyas soluciones son
de su competencia.
Así, en el caso del PRI, de pronto ha
surgido un nuevo tirador en la persona del Secretario de Infraestructura y
Obras Públicas, Tomás Ruiz González que, de estar guardadito en sus oficinas,
le ha dado por recorrer kilómetros, anunciar la conclusión de obras que son el
orgullo de la corrupción, como el túnel sumergido de Coatzacoalcos (su tierra);
dialogar con grupos campesinos que batallan desde el inicio de este gobierno
por la hechura de puentes y caminos, comparecer ante comisiones de la
Legislatura local, declarar que para él sería un orgullo ser gobernador de
Veracruz y santiguarse ante el santo patrono Javier Duarte, quien no ve un
cisma cuando uno de sus apóstoles brega por sustituirle (a su debido tiempo),
en la comodidad del presupuesto estatal.
Todo parece indicar, incluso, que el
trascendido salido de la propia garganta del Gobernador, de dar como posible a
su antiguo secretario de Finanzas y Planeación, pudiera obedecer a la necesidad
del Fidelato por meterle cuña al que, hasta hace unos días, había sido el santo
de la devoción para 2016, el senador Héctor Yunes Landa, a quien se le ha dado
apoyo logístico y político, como mero anzuelo para opacar a Pepe Yunes, anzuelo
que el oriundo de Soledad de Doblado se comió con verdadero entusiasmo.
Detrás de Tomás Ruiz, en efecto, no solo
está Héctor, sino también su compañero en el Senado, José Francisco Yunes
Zorrilla, con mucho mayor tiempo y sólido proyecto político, a quien Fidel
buscaría satanizar, marginar, sacar de la batalla, tarea que –según imaginan–
sería más fácil si lo alejan de Yunes Landa.
Y es que, en su momento, los dos
senadores priistas anunciaron un pacto de caballeros para apoyarse mutuamente
ante lo que ambos consideraron una mala señal de Duarte y la Fidelidad cuando
se aprobó una próxima gubernatura de dos años, pero en los últimos meses Héctor
Yunes pareciera alejarse de la alianza e, incluso, maneja ya extrañas encuestas
de popularidad en las que prácticamente le gana hasta a Yuri y, por supuesto, a
su compañero en el Senado de la República.
Junto a ellos cabalga el diputado federal
Alejandro Montano, quien siempre la ha buscado, desde que finalizaba el sexenio
de su jefe y amigo Miguel Alemán Velasco. Pero los más conspicuos paladines de
la Fidelidad siguen siendo los próximos diputados federales Alberto Silva Ramos
y Erick Lagos Hernández, para quienes labra en la pedrera el mismísimo Fidel
Herrera, tratando de quitar de en medio a los dos Yunes, preparándolos para
enfrentar a un debilitado Miguel Ángel Yunes Linares, quien ya se daba por
cierto que sería el candidato panista a la primera magistratura.
Jorge Carvallo Delfín y Adolfito Mota
Hernández, también próximos diputados federales, estarían en el segundo plano
de la decisión fidelista, pero actuaron con supuestos argumentos propios, lo
que les habría alejado de la candela. El exsecretario de Educación, incluso,
habría operado contra el mismo Javier Duarte de Ochoa. De ahí que muchos hayan
incorporado al escenario a un heraldo leal tanto a Fidel como a Duarte que, por
añadidura, logró salir victorioso en un distrito difícil, con la presión del
PAN y el apoyo directo del gobernador poblano Rafael Moreno Valle a la
candidata panista. Me refiero a Edgar Spinoso Carrera, victorioso en el
distrito 07 con cabecera en Martínez de la Torre.
A todos ellos (más los que se aparezcan
gracias a la esquizofrenia del Tío Vivo), deberíamos sumar a dos políticos de
la vieja escuela: Felipe Amadeo Flores Espinosa y Jorge Uscanga Escobar, alejados
por completo de la égida de Fidel, sin descartar a dos funcionarios federales:
Fernando Aportela, exfuncionario alemanista que se desempeña como subsecretario
de Hacienda, y José Antonio González Anaya, director del Instituto Mexicano del
Seguro Social.
Los
fieles candidatos independientes
Ya sabemos que Fidel Herrera Beltrán
nunca ha jugado solo con los suyos. Desde que gobernó directamente Veracruz,
hasta los años en que ha gobernado a través de interpósita persona, siempre ha
metido mano en las decisiones de otras organizaciones políticas y ha cincelado
perfiles que le permitan cobrar las candidaturas del PRI y ganar con
candidaturas de otros partidos. Lo ha hecho en elecciones municipales, donde ha
‘cedido’ a las intenciones de priistas con trayectoria, otorgándoles las
candidaturas, pero ha apuntalado a su gente colocándola en partidos de
‘oposición’, sea el PRD, AVE, Panal o el que se le ocurra.
En 2016 no descuidará las candidaturas
independientes y, para ellas, ya apuntala a dos personajes realmente
tenebrosos.
Uno pertenece a la aristocracia política
cordobesa, expanista, quien prácticamente le ganó la gubernatura en 2004 pero a
quien venció gracias a la alquimia electoral: Gerardo Buganza Salmerón, actual
secretario de Gobierno.
El otro, a quien jaló del PAN y lo
convirtió en alcalde de su pueblo, Las Choapas, para luego convertirlo en el
actual diputado local, famoso a nivel internacional por lanzar un concurso para
buscar a uno o varios dobles que lo representen en varios eventos y así tener
el don de la ubicuidad, y por no asistir casi nunca a las sesiones legislativas:
Renato Tronco Gómez.
Este último le resultaría prácticamente
una copia de una marca registrada por Jaime Rodríguez Calderón, el Bronco,
ganador por mucho de la gubernatura de Nuevo León, y con similares
características: ranchero, dicharachero y broncudo, aunque sin la inteligencia
y decisión del neolonés.
Hace unos días, según comentan, Fidel le
mandó a decenas de seguidores del Partido Cardenista a la Legislatura para
exigir el cumplimiento de varios proyectos prometidos, y Renato Tronco Gómez pidió
permiso al pleno para salir a atenderlos. Cuando estuvo con ellos les preguntó
sobre el costo de las obras demandadas; los cardenistas calcularon en ocho
millones el monto que debía erogarse, y él se ofreció a entregárselos de sus bolsillos.
Más claro ni el agua.
Los
independientes realmente independientes
A estas alturas, solo dos personajes con
una fuerte presencia y personalidad política han destacado en el horizonte
veracruzano. El primero y más visible es el actual diputado local por Xalapa
Ricardo Ahued Bardahuil, quien no está afiliado a ningún partido aunque ya ha
sido alcalde capitalino bajo las siglas priistas.
Su discurso crítico le ha valido la
simpatía de amplios sectores sociales, empresariales y políticos, incluso de la
izquierda, como el actual diputado federal Uriel Flores Aguayo, separado del
PRD, quien lo ha impulsado para que sea una opción independiente rumbo al
Gobierno de Veracruz, lo que ha obtenido una rápida y positiva acogida en redes
sociales, entre sectores tradicionalmente críticos con el PRI y el gobierno
estatal. Aunque ha declarado que no le interesa por el momento meditar sobre
esta posibilidad, lo cierto es que encaja en el perfil.
El otro es el exrector de la Universidad
Veracruzana y exsecretario de Educación, Víctor Arredondo Álvarez, quien para
muchos ha logrado que su carrera en el ámbito educativo no solo haya logrado un
fuerte impacto en la mejora de la calidad educativa (sustentada en indicadores
nacionales), sino un sello distintivo de negociación y acuerdo colectivo que,
por ejemplo, permitió que la entidad fuera la primera en instrumentar la
evaluación como requisito para la incorporación al servicio magisterial, que
después fue adoptado en el ámbito federal.
Su discurso en torno a la reforma
educativa, alejado del que maneja el titular de la SEP Emilio Chuayffet, señala
que no solo hay que evaluar a los maestros y, mucho menos, implantar políticas
coercitivas en su contra, sino que se debe evaluar a todo el sistema educativo
para, a partir de ahí, establecer objetivos que permitan la mejora de todos los
factores: políticas educativas, autoridades, evaluación permanente,
capacitación magisterial, mejora en la infraestructura escolar, apoyos en
materia de tecnologías de la información, mayor énfasis a las áreas con mayores
rezagos, entre otros factores.
La reciente aparición en Xalapa de Jorge
G. Castañeda, en un evento de la Universidad Veracruzana, pero organizado por
Arredondo, para la presentación de su autobiografía Amarres Perros, hizo girar
a todos en torno a la idea de las candidaturas independientes, una propuesta
por la que luchó, al término del sexenio foxista, el excanciller mexicano,
quien se postuló para ello cuando las leyes no lo permitían y cuando la
discusión al respecto fue bloqueada por Vicente Fox y su sucesor Felipe Calderón.
Las recientes declaraciones de Víctor
Arredondo en el programa Polaca a la Veracruzana, invitado por los periodistas
José Ortiz Medina, Raymundo Jiménez y Manuel Rosete, fueron precisas sobre la
caída de la calidad educativa en Veracruz, manejada con ignorancia por un
político como su sucesor en la SEV, Adolfo Mota, a quien solo le preocupó usar
el presupuesto de la dependencia para promoverse hacia la diputación federal.
No solo eso, crítico acremente la improvisación de nuevos valores de la
política que no han hecho otra cosa que servirse del presupuesto, sin mostrar
interés alguno en aportar nada que permita que sean recordados en el futuro.
Así las cosas en Veracruz, a la espera de
que salten a la palestra más tiradores.