Sin tacto
Por Sergio González
Levet
Tránsito y la velocidad
No sé qué instalaciones piensa construir o rentar la
Dirección General de Tránsito y Vialidad del Estado, pues va a necesitar un
gran espacio para guardar los millones de infracciones por exceso de velocidad
que generará, a partir de los dispositivos electrónicos que detectarán
automáticamente la velocidad a la que van los vehículos en las principales
ciudades de la entidad.
Todos, todos, todos circulan a mayor velocidad de la
permitida, cuando lo hace posible la vialidad y no hay taponamientos. No sé de
alguien que conduzca a 60 por hora en la avenida Murillo Vidal de Xalapa, o a
40 por hora en los puentes de Lázaro Cárdenas y en las calles del centro, o a
50 por hora en ciertos tramos de las avenidas Xalapa, 20 de Noviembre, Ávila
Camacho.
Nadie se salvará del ingenio electrónico que con su ojo de
dios verá todos los excesos que cometen quienes manejan vehículos en Xalapa y
en todo Veracruz. Así que muchos ciudadanos pronto empezarán a recibir las
notificaciones de una o varias infracciones.
Ya imagino las boletas que se almacenarán en la casa de los
choferes de funcionarios que tienen la indicación de llegar rápido, haiga sido
como haiga sido, al evento para el que va -siempre- tarde el jefe.
O las pilas de papelitos que acumularán las señoras en sus
camionetotas, que siempre tienen prisa al llevar a sus críos a la escuela, al
ir de compras al súper, al dirigirse al desayuno tardío con sus amigas o al ir
velozmente a la cita en la estética y/o spa.
O el cúmulo de multas que tendrán que gestionar (y
seguramente terminar pagando, porque dice la autoridad que ahora la cosa va en
serio) los abogados de los concesionarios de autobuses urbanos y suburbanos, y
los de las asociaciones o agrupaciones de taxistas, que se la pasan desfaciendo
los entuertos que cometen quienes son cafres y manejan ese tipo de unidades.
Vaya usted ahora mismo a la avenida Lázaro Cárdenas, y verá
que de tramo en tramo ya han colocado una hilera de aparatos con los que se registra
la velocidad que trae cada vehículo. Bueno, pues debajo de cada señalamiento
permanece incólume un letrero que dice: “Velocidad excedida”.
Hasta ahora, como todos los conductores rebasan los límites
que señala el reglamento, en realidad resulta una temeridad, un peligro para el
propio vehículo y para los extraños, viajar a las velocidades permitidas. Si
circula usted a 40 km/hora cuando todos vienen a 100 km/h, es muy probable que
sufra una colisión por alcance (que no es lo mismo que una “coalición por
alcance”, ¿verdad, señores del Partido Verde?). Y un vehículo que pega con una
velocidad de 60 por hora puede ser un arma mortífera, en el caso de los
pasajeros, y un verdadero demoledor para las carrocerías y motores de los
afectados.
Alguna vez un amigo me decía que mi problema es que soy muy
confiado, pero en verdad confío en que esta medida la tomen con valentía las
autoridades de Tránsito y sus jefes inmediatos, de modo que se aplique sin
distinciones (“distingos”, se dice ahora, no sé por qué), sin restricciones y
sin excepciones contra todo aquel o aquella que no se conduzca como es debido
en los asuntos de la velocidad permitida.
Por eso: Señor mío, en vos confío…
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