Sin tacto
Por Sergio González Levet.
Miriam
Libhaber en el MAX
Yo diría que Miriam Libhaber no tiene manos sino que tiene alas, y su arte
vuela sobre los materiales para transformarlos en pasmosos vuelos de colores y
ensoñaciones del dibujo que nos dicen cosas diferentes sobre las cosas que
vemos todos los días. De la mano de sus dedos plumas, en sus obras plásticas
nos asomamos al mundo de la creación, vuelta arte sobre la inmortal arcilla o
sobre el novísimo acrílico.
Toda esta explosión de lirismo me ha salido -perdón a la paciente lectora,
disculpa al impaciente lector- ante la contemplación de la obra de esta
singular artista mexicana, que tendremos oportunidad de ver en Xalapa a partir
de este viernes 26 y durante muchos días más en el (¿o la?) mezzanine del Museo
de Antropología de Xalapa.
Se ha anunciado que en punto de las 6 de la tarde del día señalado, la
propia Rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, estará
inaugurando oficialmente la exposición, y para los sedientos hay la buena
noticia de que habrá vino de honor.
Elijo no cansar a los lectores con la información biográfica de la autora
porque tendrán oportunidad de conocerla a plenitud durante el evento inaugural,
y además de platicar con ella y dar cuenta de su sencillez en el trato y la
profundidad de sus planteamientos artísticos.
La invitación está hecha y me planto en la incitación a conocer la visión
sorprendente de Miriam Libhaber, con sus ángulos inusitados y su coloración
discreta aunque despampanante, si se puede la paradoja.
Como salida, dejo en adelante y hasta el final lo escrito por Maliyel
Beverido, quien se suma al entusiasmo por nuestra artista, mexicana hasta las
cachas no obstante su nomenclatura extranjera. Va la poeta:
“Nuestra primera habitación es la piel,
pero la epidermis humana es frágil, vulnerable y ha sido necesario
cubrirla para protegernos. Nos hemos vestido de casas.
“La casa, más que una prolongación del cuerpo, es una prolongación y
envoltura de lo humano. Es la piel sedentaria.
En su interior los muros hablan de sus ocupantes, pero su exterior
también refleja la humanidad que encierran, y puede leerse como una alegoría o
metáfora inserta en el discurso urbano.
“Muchas culturas han proyectado en sus ciudades una recreación de su
cosmovisión: distribuyen sus componentes según el modelo ideal del universo,
sus trazos urbanísticos representan el ordenamiento de las fuerzas naturales y
divinas. Luego, el paso de la historia se encarga de olvidar o desmantelar esas
pautas y superpone otras, quizá cada vez más dadas a un pragmatismo dictado por
la economía, y un orden da paso a otro, aunque éste se vaya pareciendo al caos.
En todo caso, cada ciudad es visión y heredad del colectivo humano en sus
necesidades de misticismo y de practicidad.
“A través del trabajo plástico, Miriam Libhaber propone un reordenamiento
personal de la ciudad y una reconceptualización de lo urbano como enunciado de
lo humano.
“De piel áspera o piel tersa, oscura o clara, agrietada o firme, la ciudad
dejar ver sus circunstancias actuales, su historia y su devenir a quien la
escrute con atentos ojos.
“La mirada de Miriam Libhaber funde y funda. Pone su piedra de toque y
erige en torno.
Así, la piel superpuesta -la casa- y el gran organismo de funciones
diferenciadas -la ciudad- se muestran aquí para recibir la caricia de miradas,
invitando a concebir nuevos ideales.”
Gracias a Maliyel por su texto y gracias a Miriam por su obra, que este
viernes 26 empezaremos a conocer mejor.
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