HORA
LIBRE
Álvaro Belin Andrade
La
debacle de la educación en Veracruz
Que su trayectoria académica la haya
solventado en instituciones educativas privadas podría explicar el desdén del
gobernador Javier Duarte de Ochoa hacia la educación pública, pero no
justificarlo. En los más de cuatro años de su gestión, Duarte ha mostrado a los
veracruzanos cómo puede tirarse, campechanamente, todos los intentos señeros
por convertir a la educación pública en un poderoso instrumento de desarrollo
para la entidad.
A
la imposición en los puestos directivos del sector educativo de personajes sin
experiencia, con dudosa formación académica, vinculados más a actividades
proselitistas del PRI y una ansiedad por escalar rápidamente en sus fortunas
personales, debería señalarse el desplazamiento de profesionistas probos y
capacitados y a la cancelación de proyectos que buscaban elevar la calidad
educativa.
Ya
hemos visto cómo se ha postrado a la Universidad Veracruzana no solo mediante
el escamoteo de mayores recursos para su fortalecimiento como formadora de
cuadros profesionales indispensables para la entidad, sino incluso mediante la
retención de los que son enviados, etiquetados, por el gobierno federal.
Adiós
a la calidad educativa
Varias son las señales que alertan sobre
el resbaloso tobogán en que se desliza irremediablemente la calidad de la
educación pública en Veracruz. Repasemos algunos:
1.
Desvío escandaloso de recursos federales
orientados al sistema educativo estatal, para ser utilizados en otros
conceptos, señaladamente los bolsillos de los funcionarios públicos e, incluso,
para construir e impulsar carreras políticas y campañas electorales.
2.
Abandono de la infraestructura educativa,
que muestra por todos los rumbos de la entidad un creciente deterioro en los
inmuebles destinados a educación, muchos de los cuales presentan daños que
podrían poner en grave riesgo la seguridad de alumnos y profesores.
Si
a esta circunstancia que merma la productividad en los procesos educativos
tanto en zonas urbanas como rurales, le agregamos la inexistencia de proyectos
constructivos para nuevos planteles (muchos de los cuales deben funcionar en
espacios improvisados e inadecuados), podemos calcular el creciente déficit que
heredará (junto con el gobierno precedente) a los gobiernos por venir, que será
difícil de cerrar en las próximas dos décadas.
3.
Nula dotación de materiales didácticos,
nuevas tecnologías y conectividad (en algunos casos, incluso acceso a
servicios básicos como agua potable y electricidad) a las escuelas de todos los
niveles educativos, lo que está colocando a Veracruz en un decreciente nivel
competitivo, lo que ya genera que los empleos mejor remunerados creados en
nuestro territorio sean ocupados por técnicos y profesionistas formados en
otras latitudes, fenómeno que se profundizará en las próximas décadas.
Gracias
a ello, pese a las expectativas de grandes inversiones en sectores estratégicos, como las industrias petrolera,
petroquímica, de energía, portuaria y de telecomunicaciones, la mayoría de los
veracruzanos tendrán que conformarse con emplearse en el sector de los
servicios para atender la mano de obra calificada proveniente de otros rumbos
del país e, incluso, del extranjero.
Las
denuncias documentadas por la Auditoria Superior de la Federación (ASF) sobre
el desvío de enormes sumas de recursos federales destinados a la dotación de
equipos de cómputo para estudiantes, permiten explicar que los esfuerzos para
la adquisición de habilidades digitales en los niños y jóvenes veracruzanos no
estén rindiendo frutos, lo que está profundizando la brecha tecnológica frente
a los de otras entidades.
4.
Sumisión y contubernio con las
dirigencias magisteriales tradicionales, que han convertido a la abultada
nómina del sector educativo en un oasis de corrupción, desvío de recursos, pago
de favores políticos y enriquecimiento desenfrenado de funcionarios, lo que
lleva consigo que se hayan dinamitado los aspectos positivos de la reforma
educativa peñista que, en Veracruz, solo ocupa lugar de honor en el discurso
político.
5.
Improvisación de funcionarios educativos,
lo que ha transformado a la Secretaría de Educación de Veracruz (SEV) en una
estructura paralela del Partido Revolucionario Institucional (PRI). De esa
manera, buena parte del presupuesto a educación se ha convertido en la caja
grande de donde se ceban los dirigentes priistas para el financiamiento de sus
actividades proselitistas, la manutención onerosa de sus dirigentes y
activistas en las nóminas oficiales, la cooptación de fuertes contingentes del
magisterio a favor del partido y la utilización de los recursos materiales
(computadoras, inclusive) para la compra masiva de votos.
La
dictadura de los improvisados
En el presente sexenio, la SEV ha sido, a
no dudarlo, la muestra más vulgar de la corrupción, la improvisación y la
desvergüenza. No hace falta sino observar la mano inexperta que la tuvo en los
primeros cuatro años, Adolfo Mota Hernández, hoy un titubeante candidato
priista a la diputación federal por un distrito (Xalapa Rural) al que no
pertenece.
Durante su desaseada
gestión florecieron los más oscuros negocios con dineros públicos, mientras él
volteaba a otro lado, interesado más en salir corriendo al Congreso federal e,
iluso y desmesurado, soñar en concursar por la candidatura al gobierno de dos
años en los comicios del año entrante.
Por
eso no le importó que desde el gobierno del estado le impusieran funcionarios
inoperantes, ignorantes y pignorantes; una redada de bandoleros que han sentado
sus reales en dependencias como Cecytev, Cobaev, Tebaev, Espacios Educativos y
demás.
Flavino
Ríos Alvarado, su actual titular –quien, según algunos columnistas como Manuel
Rosete Chávez, se ufana de un doctorado expedido por una universidad patito de
San Luis Potosí–, ha evitado romper los privilegios de sus poderosos
subalternos y, en cambio, ha puesto a sufrir a miles de profesores mediante la
retención de sus salarios hasta en tanto no ‘justifiquen’ sus cargas
académicas, cuando toda la información al respecto obra en su poder y poco ha
hecho por disminuir las plazas con que gozosamente se han prodigado dirigentes
y comisionados magisteriales.
Nada
espera el veracruzano tanto como que termine este gobierno que ha dilapidado
hasta los recursos con que no cuenta, en un afán por mantenerse conectado a la
abundante fuente de riquezas personales que representa el erario. Mientras eso
sucede, han pasado cuatro años de insistente golpeteo a la educación pública,
que ha quedado en una situación que difícilmente podremos remediar en dos
décadas.
Quede
como testimonio lo que ocurre en el Colegio de Estudios Científicos y
Tecnológicos (Cecytev), expuesto en esta columna la semana pasada, una
investigación sobre la corrupción, el nepotismo y demás linduras de su director
Fernando Arteaga Aponte. Una investigación, por cierto, que tuvo eco en el
espacio virtual del periodista Luis Velázquez Rivera (Blog Expediente), quien
no tuvo la gentileza ni la honradez de citar la fuente.