HORA
LIBRE
Álvaro Belin Andrade
Desastre
económico nos pasa factura
Cuando a finales del año pasado
preveíamos que la situación de Veracruz se tornaría difícil en 2015, no calibrábamos
qué tan desastrosos serían los efectos de fenómenos internacionales, nacionales
y locales concurrentes, en un estado que ha mostrado una creciente
vulnerabilidad en lo económico, lo político y lo social.
Y no ha pasado lo peor.
Los daños generados por la caída
estrepitosa de los precios del petróleo y el fortalecimiento del dólar frente
al peso nos están pasando factura, justo en un punto en que el gobierno
veracruzano sustentaba su previsión de crecimiento económico por el hipotético arribo
de enormes inversiones internacionales en materia petrolera, que generarían
fuertes volúmenes de empleo transitorio y permanente.
Contra esos cálculos, lo cierto es que no
solo no llegarán pronto las inversiones para nuestra principal industria
nacional, la energética, sino que en regiones sensibles como el sur de Veracruz
ya se empiezan a sentir los efectos de los ajustes presupuestales de Petróleos
Mexicanos y de las modificaciones laborales pactadas con el sindicato (STPRM).
Conforme pasen los meses, la situación se pondrá más oscura.
Y es que ello significará el despido
masivo de trabajadores que pronto estarán en la calle sin esperanzas de
ocuparse pronto, aunque el diputado Juan Bueno Torio explique que todo se
regirá bajo un programa de retiro por edad y voluntario, así como se echará
mano del personal “transitorio” que en estos momentos no se ocupe en las
diversas áreas de producción.
Este escenario ya se está resintiendo
hace más de un año en la región de Poza Rica, donde Pemex canceló el proyecto
Aceite Terciario del Golfo, lo que significó que en cuestión de 20 meses se
esfumaran 4 mil plazas laborales y que, de un año para otro, la inversión de la
paraestatal cayera de 70 mil millones de pesos presupuestados a apenas 20 mil
millones.
Los empresarios pozarricenses lo pintan
de manera dramática: los efectos predadores de la súbita salida de Pemex de la
región son más dañinos que los de dos huracanes seguidos.
Absolutamente todos los sectores
empresariales han sido afectados: el de la construcción ha quedado con enormes
pasivos por la adquisición de maquinaria, recomendada por Pemex para atender
las necesidades del proyecto cancelado; el de los hoteleros y restauranteros
por la baja severa en el arribo de trabajadores foráneos y de funcionarios y
técnicos de la paraestatal; el de bienes raíces, porque no solo no se incrementó
el número de personas que requieren comprar o rentar una vivienda, sino que
muchos de los que lo hacían han debido moverse a otros destinos.
Para colmo, no ha habido reacción del gobierno
estatal y, salvo la reciente promoción de entradas gratis a la Cumbre Tajín a
quienes se hospeden en Poza Rica, hace falta mucha ayuda para que esa ciudad
que sigue aportando sin recibir prácticamente nada a cambio, pueda sortear la
severa crisis que pone en riesgo su presente y su futuro.
A eso se refería el senador José Yunes
Zorrilla cuando criticaba que los gobernadores del país, particularmente los
priistas y, más específicamente, el de Veracruz, le estaban dejando toda la
tarea al gobierno federal. En el caso de Poza Rica, se deja la responsabilidad
a Pemex y no se hace nada por revertir los efectos más dañinos de la crisis
mediante la promoción turística de la región, la aplicación de recursos para
obra pública y el impulso de empresas que permitan ocupar una mano de obra que
no tiene posibilidad de ganarse la vida y que puede orientarse a la
delincuencia.
Finanzas
quebradas y gasto electoral
Pero si en materia económica nos va mal,
en materia de inversiones públicas nos va mucho peor. El sobreendeudamiento
gubernamental, los crecientes gastos suntuarios del gabinete, la desviación de
recursos y el quebranto de las finanzas públicas están impidiendo no solo el
inicio de obra pública y programas de combate a la pobreza sino la postergación
en el pago de obras y programas de años anteriores que están llevando a la
quiebra a muchas empresas veracruzanas.
Para colmo, en acciones que aparentemente
tienen como móvil el apoyo electoral al Partido Revolucionario Institucional
(PRI), varias dependencias están despidiendo personal para destinar sus
salarios al pago de funcionarios y dirigentes sociales priistas, lo que ya se
ha denunciado en la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca
(Sedarpa).
Independientemente de que ese sea el
móvil o no (y es posible porque se ha complicado el flujo de recursos al tema
electoral), lo cierto es que no es la única dependencia que, mátalas callando,
está echando de la nómina a empleados y funcionarios medios para colocar a los
suyos. Tal es el caso de Flavino Ríos Alvarado en la Secretaría de Educación,
donde no solo hay enroques o cambios de funcionarios sino una verdadera
rasurada a la nómina que ha puesto en la calle a decenas de trabajadores.
El problema es que no se trata de un
programa de adelgazamiento de la pesada burocracia, con ánimo de racionalizar
el gasto, hoy que las finanzas estatales han chocado contra un iceberg como el
Titanic. No, todo parece indicar que solo se trata de acomodar a personajes de
coyuntura que es necesario emplear para tareas más bien políticas.
Se
adelantó la sucesión
Es posible que en unos días la atención
política se centre en las campañas de los candidatos y partidos por las
diputaciones federales y, con ello, se despresurice la olla de presión política
que está generando el adelanto de la sucesión gubernamental que normalmente
debía suceder a finales de este año y principios del siguiente.
A los graves problemas políticos que
enfrenta por las observaciones de la Auditoria Superior de la Federación, el
resurgimiento de la violencia, el asesinato de periodistas, los saldos de los
juegos centroamericanos, la inutilidad de las instalaciones deportivas, la
falta de obra pública y el olvido a que ha sometido a varios municipios, el
gobernador Javier Duarte está sufriendo un desgaste adicional por el adelanto
del proceso para su cambio.
No solo son los comentados
distanciamientos con el gobierno federal. Su reforma político-electoral, que
tuvo como barco insignia un gobernador de dos años en los comicios de 2016,
además del bullicio mediático del panismo yunista, le ha generado en los hechos
un rompimiento con el senador José Yunes Zorrilla y, aunque logró someter al
otro senador, Héctor Yunes, lo cierto es que ya está inmerso en la vorágine de
la sucesión, con la paulatina pérdida de influencia y poder político.
Y el año que corre será un periodo de
desgaste mayor.
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