Prospectiva
Puestos callejeros insalubres.
Por JAIME RÍOS OTERO
Pareciera que especialmente alrededor de los
hospitales y centros de salud se congregan los vendedores de las riquísimas
fritangas, tamales, tacos y tortas callejeras y que, como en un desafío a la
salubridad pública, inobservan todas las normas de higiene para preparar sus
bien recibidos y baratos alimentos.
Años y regímenes pasan, sin que las
autoridades correspondientes tomen medidas para regularizar los expendios
callejeros, que florecen libremente cumpliendo la función social de ofrecer
alimentos baratos, es cierto, pero también de ser los principales difusores de
toda clase de enfermedades.
Ahí se puede ver en qué condiciones preparan
la comida, sin agua corriente que garantice un poco de limpieza, y manejando
las monedas y billetes, repletos de porquería porque pasan por manos
contaminadas con lo inimaginable, y, sin proceder a asearse las propias,
agarran y sirven la comida.
Según estudios, cuando no se toman las medidas
pertinentes de asepsia, se generan toda clase de enfermedades
gastrointestinales como la diarrea, colitis, gastritis, reflujos, agruras, etcétera,
que ocupan los primeros lugares en la consulta médica en México, y son también
causas principales de muerte en el mundo.
Bacterias, virus y parásitos penetran en el
organismo mediante los alimentos contaminados y agua no potable, principalmente
infectados con materias fecales, que también se diseminan por el ambiente,
especialmente en las épocas de calores.
Entre los principales
microorganismos que ocasionan esos males están: la Salmonella, la Escherichia
coli, la Shigella, las Giardias y las temibles amibas, parásitos que llegan a
producir fiebres, dolores estomacales, náuseas y vómitos, diarreas, etcétera.
Pero el sentido de este
comentario es para hacer un llamado a las autoridades a fin de que realicen
campañas de capacitación a los expendedores, dueños y empleados, de negocios
callejeros de alimentos para que observen las adecuadas medidas de higiene. No
se ve, no se escucha, no se sabe que la Secretaría de Salud y/o la Jurisdicción
Sanitaria, cumplan sus responsabilidades para proteger a la población.
Los puestos callejeros o
ambulantes no se van a acabar, porque son parte de la cultura nacional y porque en este país en que campea
la pobreza, los vendedores tienen que vivir de alguna manera, y los
trabajadores y estudiantes tienen que llevar algo al estómago, entre más barato
y consistente mejor. Especialmente Xalapa, que es ciudad estudiantil, tiene
necesidad de esa clase de comercio.
Pero algo deberían hacer
las autoridades, por ejemplo, copiar las campañas del Distrito Federal, donde
en los propios expendios se exhiben los diplomas o constancias de participación
en cursos de manejo de alimentos, o sea, es notorio que los responsables algo
hacen por concientizar.
Unos didácticos y
obligatorios cursos sobre higiene y preparación adecuada de alimentos; buena
higiene personal de los operadores; el lavado de manos antes de comer y después
de ir al baño; el uso de agua hervida o potable; el lavado y desinfección de frutas
y verduras; el cuidado en las caducidades de los empaques de los alimentos,
etcétera, le harían muy bien a la ciudadanía.
Temas
misceláneos
*** Excelente decisión del DIF Estatal de
transferir el manejo de El Ágora de la Ciudad al Instituto Veracruzano de
Cultura para garantizar que ese espacio tan bello e inigualable de la ciudad
tenga una idónea oferta cultural.
La verdad es que el Ágora es un símbolo de
orgullo para los locales, que lo presumimos cuando tenemos visitantes, y que da
una imagen espléndida de Xalapa.
Ahora que ya será del IVEC, esperamos
programas.
*** Las instituciones públicas no pueden ni
deben caer en la histeria cuando se trata de la comunicación social. Por eso
nos parece pésima la política que está iniciando la Universidad Veracruzana, al
reclamar a medios de comunicación supuestos ataques contra los logros que la
Rectoría pretende como de gran alcance.
En un país como el nuestro, donde el
periodismo se ejerce en forma, más que libre, libertina, y donde, si bien
existen profesionales de suma respetabilidad, también está lleno el ramo de
asaltantes y mercenarios sin calidad intelectual ni moral, las quejas públicas
revelan la vulnerabilidad de los actores políticos.
Cuando se muestra debilidad o, como se dice,
piel delgada, los ataques arrecian.