Prospectiva
Una
agenda sobre desaparecidos
Por
JAIME RÍOS OTERO
Cuando
se leen textos como el que la organización internacional Human Rights Watch
(HRW) le acaba de dirigir al presidente Enrique Peña Nieto, no puede uno dejar
de preguntarse ¿qué pasará o qué cabrá en la cabeza de algunos hombres con
poder, como un presidente de la República, para cerrar los ojos ante hechos
evidentes, en vez de tomar decisiones que lo catapulten favorablemente a los
más altos niveles de la Historia?
La
carta que acaba de dirigirle la organización mundial defensora de los derechos
humanos al actual mandatario, pone de manifiesto la cerrazón, la indiferencia,
la necedad o la estolidez del anterior presidente, Felipe Calderón Hinojosa,
para no tomar decisiones prácticas y ejecutivas que hubieran mejorado o
resuelto muchos de los miles de casos de los desaparecidos durante el régimen
que él presidió.
La
misiva, suscrita por José Miguel Vivanco, representante del organismo, y
fechada el 11 de diciembre pasado, le plantea al nuevo titular del ejecutivo la
urgencia de definir una agenda en materia de las violaciones cometidas a los
derechos humanos en el anterior sexenio.
Le
hacen ver que militares y policías recurrieron sistemáticamente a la tortura,
desapariciones forzadas y ejecuciones y ninguno de los delitos ha sido
investigado ni juzgado adecuadamente. Y le informan que la responsabilidad de
responder por esos ilícitos no termina con la conclusión del sexenio
calderonista, puesto que la desaparición forzada es un delito de carácter
permanente, según lo aceptado por México en varios tratados internacionales que
tienen carácter vinculante (o sea, que obligan al estado).
Menciona
HRW que la cifra de 25 mil personas desaparecidas desde diciembre de 2006,
según un listado elaborado por la Procuraduría General de la República, sitúa a
México en las peores olas de desaparecidos en la historia de América Latina.
Las
líneas que transcribo a continuación no tienen desperdicio. ¿Qué requería
Calderón para realizar lo que Human Rights le pedía? Una simple orden, una
decisión administrativa que hubiera permitido muchos avances y hubiera dado
certidumbre y consuelo a las familias de los desaparecidos. Dice el
organismo:
“A
medida que aumentaba el número de personas desaparecidas, Human Rights Watch ha
instado en reiteradas oportunidades al gobierno a que conforme una base de datos nacional sobre
desaparecidos. Elaborar un registro exhaustivo y preciso de las
personas desaparecidas, que contenga información útil como el ADN de sus familiares,
ofrecerá una herramienta indispensable para la búsqueda de estas personas a
nivel nacional.
“Por
ejemplo, podrían compararse los datos con los registros de hospitales, morgues,
cárceles y cruces fronterizos. Esta base de datos resultaría particularmente
útil si se crea además un registro nacional complementario de cuerpos no
identificados; según señala la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, entre
enero de 2007 y diciembre de 2011, se encontraron más de 6.000 restos no
identificados, muchos de ellos en fosas comunes. No obstante, si bien el
gobierno del Presidente Calderón demostró que era capaz de conformar bases de
datos nacionales de vehículos robados y de policías con antecedentes penales,
no creó registros similares sobre personas desaparecidas o cuerpos no
identificados. A causa de esto, miles de familias continúan privadas de la
posibilidad de conocer cuál fue el destino de sus seres queridos, que podría
esclarecerse con tan sólo cotejar los datos”.
También
indica su preocupación por las evidencias que ha obtenido sobre la existencia
en prisión de personas inocentes que fueron condenadas sobre la base de pruebas
falsas obtenidas mediante coerción.
La
epístola de HRW se duele de que el presidente Calderón haya asegurado que los
derechos humanos eran para él una política de estado, y sin embargo, nunca
propuso un plan para transformar su retórica en realidad: “De hecho, sus
declaraciones públicas de último minuto y la falta de seguimiento por su parte
sugieren que estaba más preocupado por proteger su legado y rebatir las
acusaciones sobre su responsabilidad personal, que con abordar algunas de las
peores violaciones a los derechos humanos en la historia de México”,
puntualiza.
Esta
percepción coincide con la columna Prospectiva del 9 de noviembre, donde
decíamos: “…en las últimas semanas, el ciudadano Felipe de
Jesús Calderón Hinojosa se ha convertido en el pregonero número uno de los
logros de su gobierno, en el proveedor de una imagen para que la Historia tenga
piedad de su gestión, en el panegirista único y solitario de logros que, siendo
honestos, sí existen pero que no se ven porque son opacados por los malos
resultados.
“No
hay reunión que presida donde no se autoelogie, no desaprovecha foro para
exaltar las bondades de su gobierno y le dice a quien quiera escucharlo todo el
agradecimiento que los mexicanos le deben por sus denodados esfuerzos para
convertir a este país en el paraíso que sólo él ve”.
Esta
falta de decisión, esta incuria política que tanto preocupa a Human Rights
Watch, serán un baldón del que el ex presidente nunca podrá deshacerse y que lo
perseguirán en cualquier parte del mundo donde esté, especialmente en una
nación con un alto nivel de crítica, ética pública y exigencias como es Estados
Unidos, donde ahora reside.
Temas misceláneos
***
Y hablando de violaciones a derechos humanos, ya dio marcha atrás, pero durante
varias semanas la titular de la Agencia Primera especializada en delitos
sexuales y contra la familia tuvo en jaque a los abogados, a quienes les negaba
el acceso a los expedientes de las investigaciones ministeriales, que ellos
solicitaban para entablar sus defensas, puesto que ordenó que sólo pudieran
hacerlo de 6 a 8 de la noche. ¿Qué tal con esta burócrata? Las oleadas de
quejas que llegaron a la Procuraduría le hicieron reconsiderar.