Sin
tacto
Por
Sergio González Levet
¡El
Reglamento!
Desde el primer segundo del jueves 20 de
agosto, los conductores de vehículos en Xalapa tendrán que cambiar el chip y
ponerse el que usan muchos connacionales cuando cruzan la frontera con Estados
Unidos o viajan a algún otro país; es el del respeto a las reglas, a las
normatividades y a la civilidad.
Y esto será porque las autoridades de
Tránsito del Estado han anunciado que a partir de esa fecha y hora se empezará
a aplicar rigurosamente el nuevo reglamento de tránsito, que establece los
límites precisos de la buena conducción y aplica multas cuantiosas a quien no
se ajuste a las prohibiciones e indicaciones que contiene.
Para muchos -que son considerablemente más de
los que imaginamos-, la entrada en vigor de la nueva ley no implicará ningún
cambio en su estilo de vida y en su forma de conducirse por las calles
xalapeñas. Son los que manejan sin cometer infracciones, pues siempre han
respetado los límites de velocidad, las luces de los semáforos, los lugares
prohibidos para estacionarse; son los mismos que ceden el paso en los cruceros
de 1x1, que permiten el ingreso de otros vehículos a su carril.
Para otros, la regulación será un infierno,
pues están acostumbrados a manejar en la selva de asfalto, en donde según ellos
no hay más ley que la del avilón. Será un viacrucis para ellos tener que estar
yendo a Hacienda a hacer cola para pagar las multas que ocasionará su modo de
manejar.
Son los que van a gritar, a sulfurarse, a
acusar de injusta o mentirosa a la autoridad ante cualquier infracción que les
levante algún oficial de tránsito o cuando les llegue por correo a su casa la
multa, levantada por una cámara automática, por no haber respetado las
velocidades permitidas en las avenidas.
Tal vez el trabajo mayor será hacer entender
a los conductores que el reglamento es estricto y no permite concesiones. Por
ejemplo, se prohibirá el estacionamiento momentáneo en lugares prohibidos y se
multará a quien rebase los límites de velocidad, aunque lo haya hecho con pocos
kilómetros.
La gente que comanda Edmundo Martínez Zaleta
tendrá que poner mucho entusiasmo y un gran esfuerzo hasta imbuir en la gente
la idea de que una regla se transgrede “aunque sea un poquito nadamás”. Si
usted se estaciona un minuto: ¡multa! Si usted rebasa en tres o cuatro
kilómetros la indicación de velocidad máxima: ¡multa! Si usted se pasa “nadamás
un poquito” un semáforo en rojo o en ámbar: ¡multa!
Con toda seguridad, la aplicación estricta
del reglamento traerá mayor orden a la vialidad, y en una de ésas se tornará
más fluida en la ciudad.
Y una consecuencia virtuosa más, es que se
reducirá considerablemente el número de accidentes, desde los que causan
innumerables molestias porque dejan inutilizado el coche por varios días, hasta
los fatales en los que una persona o más pierden la movilidad, algún sentido, algún
órgano o hasta la vida.
Eso último es motivo más que suficiente para
que todos impulsemos la aplicación sin reservas y sin excepciones del nuevo
reglamento, y apoyemos al personal de Tránsito que tiene la responsabilidad de hacerlo
efectivo.
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